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Eladio Beltrán Rodríguez. Vilaflor, 2013 |
Eladio Beltrán Rodríguez
nació en 1931, en El Monte, San Miguel de Abona, porque allí se encontraban sus
abuelos, Francisco Rodríguez Cano, Pancho Simón, y Quiteria Rodríguez Alfonso al
cuidado de una manada de cabras. Y allí se casaron sus padres, Guadalupe
Rodríguez Rodríguez y Benito Beltrán Cano. Sus abuelos abandonan la cabrería a
los pocos días de nacer Eladio y se trasladan a La Hoya, San Miguel de Abona.
Aquí permanecieron hasta que Eladio contaba con unos 5 años, y su familia van a
vivir a Las Mesas de Guaza, en Arona. En esos años su padre trabajaba en la agricultura, y
tal como relataba Eladio: Y en ayudar a su familia en Trevejos. Con lo que
salía, donde le salía trabajar, con lo que había antes, que antes no había
trabajo, sino si salía algún día. Entendía de arar y cosas desas, y era
ajeitado pa hacer los arados, y pa surquíar las fincas de tomates.
Mi padre trabajaba arando
y surquiando huertas porque era ajeitado pa eso, y de vaquero con las vacas
de don Teófilo Bello, y después, a
los cuatro o cinco años, como mi padre entendía bien de agricultura y de cosas
desas, hacía falta un medianero para la Huerta Grande, paquí, y la Huerta
Grande era dellos y entonces le dijo a mi madre y a mi padre que si ellos
querían venir pa Vilaflor. Y mi padre como era de aquí arriba le dijo que sí,
pues nos criamos áhi.
A esta
propiedad denominada Huerta Grande, en Vilaflor, estuvo vinculado durante el
resto de su vida, hasta poco tiempo antes de su fallecimiento el 7 de mayo de
2015. Primero vivió con sus padres en la casa del medianero, con posterioridad
a la muerte de su padre, trabajando en una cueva de jable a mediados de la
década de 1940, su madre se traslada a El Chorrillo. Eladio una vez casado
reside en la Huerta Grande. Se casó, con 25 años, con Antonia Quijada González,
conocida por Ana Rosa. Después habitan en la Cruz de
Miaja, y con posterioridad en Santa Catalina. Estaba yo de encargado con Patrimonio y viviendo en las casas de la
Huerta Grande, y llevando una medianería en la Huerta Grande, sembrando cebada
y los frutales.
El
acontecer de Eladio ha estado ligado a esta tierra chasnera, colaborando en las
labores familiares y asistiendo a la escuela cuando se podía. Yendo a la escuela y trajinando como se trajinaba áhi
los de la edad nuestra, que si echarle de comer a las cabras, que si había
animales, ovejas, una bestia tenía mi padre. Los animales eran los coches de
antes.
El
aprovechamiento de la cumbre, recoger retama para los animales, elaboración de
carbón, también fue labor que tuvo que realizar Eladio. Yo un hombrito, cuando estaba soltero, íbamos pa la
cumbre, íbamos por retama y por todas esas cosas, con mi madre, teníamos vacas
e íbamos por retama pa las vacas. Hizo carbón con su primo Miguel Moreno Beltrán, con él fui una vez nada más y cuando llegamos aquí
nos tropieza Francisco el guardia y nos lo quitó.
Eladio
realizó múltiples labores: trabajaba en
galerías, trabajaba donde me salía. Recién casado fue encargado en la repoblación forestal: Limpiaron el monte bajo, todo, y lo dejaron limpio.
Sólo se dejaban pinos, y entonces se abrían los hoyos, un hoyo de cuarenta
centímetros. Se traían en canutos de cañas, los pinos pegados dentro. Estuve
unos cuatro años y pico y entonces me pusieron de guarda los Bellos. En la repoblación del pinar y
haciendo pistas hasta el monte de Granadilla, permaneció unos 4 años, cuando
contaba entre los 25 y 30 años. Y
después hacía falta uno en la Cruz de Miaja, pa la finca, pa sembrar papas y me
pusieron abajo y vivía abajo, y hacía las cosas del monte, le daba vueltas al
monte, viraba el agua, y así todavía estoy virándola.
Entre
sus labores se cuenta el cuidado de colmenas o la elaboración de vino. El vino de Vilaflor es blanco, que es sequero. La
uva aquí es blanca. Y vino bueno. Yo me acuerdo no poner el vino en limpio, y
aquí se tienen que acordar casi todos que el vino limpio es de treinta años, o
cuarenta, pacá, porque antes las calles eran empedradas y me acuerdo el olor
cuando se iba a hacer el mosto que todo el mundo sacaba la barrica y escurría
la madre y escurría por allí pabajo. Y el olor daba a madre de barrica.
El mosto se pone dentro de
la barrica y entonces se va sentando hasta que se aclara y la escurra, todo el
sedimento queda en el fondo de la barrica, entonces hay que sacarlo, pasarlo a
otra barrica, quitarle la madre que le decimos, y volver a limpiar la barrica y
volverla a pasarla allí. Y antes se dejaba hasta que nos bebíamos el vino. Yo
me acuerdo, yo y mis hermanos, tener el vino allá, en la casa de El Chorrillo,
e ir a la bodega, que ya a última hora ya no quedaba mucho, cuando quedaba poco
en alguna barrica y levantarla con cuidadito y calzarla y después le sacábamos
con el jarro de la talla. Y bueno, y bueno que lo diga, lo puede decir usted a
voz limpia.
Eladio
también cuidó una manada de cabras en la Cruz de Miaja, las tuvo unos 20 años y
cuya labor abandonó a comienzos del siglo XXI. Yo llegué a ordeñar veinte cabras y sacar once kilos de queso. Queso que elaboraba Ana Rosa y lo
vendían en el pueblo. Lo hacían en la Cruz de Miaja y en su casa de Santa
Catalina. Se vendía fresco y después
guardaba seis o siete pa la cacería.
Algunos
de sus recuerdos atesoran una vida muy diferente. Rememora los Llanos de
Trevejos, sin parras. En ningún lado
había parras, sino manadas de cabras, en cada casa había un medianero, áhi no
había parras, ni las de doña Juana, que eran de las más viejas, y las de doña
María. O el lavar en
El Chorrillo, y a darle de beber a los animales: No había calle sino un camino empedrado. Por la parte arriba de los
lavaderos había una tarjea, allí íbamos a darle agua a las vacas, a las
bestias, y la gente por agua. De esa atarjea iba el agua a los lavaderos y luego se destinaba al
riego. Y a lavar en el Barranco de la Vera, a oído yo los cuentos que iban a lavar al Barranco de la Vera.
Asimismo
atesora recuerdos que recibió por tradición oral, como el agua que llegaba,
procedente de El Traste, al tanque viejo de la Huerta Grande, primero en
atarjeas de madera, después de cantería, de las canteras de la Montaña de
Guaza. Don Tomás Bello le dijo a la
comunidad del Traste que si le daban la madera de las canales, él hacía la
atarjea de cantería, y se lo aceptaron, y la cambió, y la pusieron, y don Tomás
se llevó la madera porque le hacía falta pa salones y cosas desas. En la Huerta
Grande donde quiera había un pedazo canal de una huerta a otra, un tanto así [indica, abriendo las manos, unos
70-80 centímetros] para que cayera de
una huerta a otra el chorro.
A su
vera, al calor de la chimenea en su casa en Santa Catalina o en el caminar por
los alrededores de Vilaflor, hemos escuchado sus amenos relatos, sus
observaciones al pasado y al presente, plagados de gestos y silencios. De su
memoria brotaban evocaciones con ciertos aromas a nostalgia, que en momentos
contagia el animo, y aún más ahora cuando su presencia ya no es posible.