Las Manchas. Santiago del Teide, 2013 |
Los almendreros se adaptan muy bien al clima, y al
terreno, que predomina en este Sur. Su fruto, al igual que el higo pico y el
higo de leche, estos dos últimos en forma de porretas e higos secos, fue una
importante fuente en la alimentación, en la subsistencia, de nuestros
antepasados.
Referencias de almendreros se encuentran desde siglos
atrás. Como por ejemplo se puede aportar los datos de las perdidas ocasionadas
por el huracán que padeció las Islas Canarias en noviembre de 1826, en el que
se reseñan los daños ocasionados en árboles frutales en el Sur de Tenerife, sin
especificar variedades, salvo para el Municipio de Santiago del Teide: Árboles
arrancados de raíces en la demarcación de mi mando puede llegar a mil, más bien
más que menos y esto es de los frutales de leche y de almendros y morales puede
llegar a mil también.
Para el siglo XIX también se puede citar el proceso
que se cursa en 1855, por el Ayuntamiento de Guía de Isora contra un cabrero
por entrar su ganado en un terreno de Salvador Alonso Rojas, denominado Tejinastal, ocasionando daños en almendreros, higueras de leche
y manchones de hierba.
Barranco de Angola. Vilaflor, 2013 a |
En Vilaflor, se encuentran múltiples referencias en
las declaraciones de fincas rusticas, en 1882, y aunque no es frecuente
encontrar las citas de almendreros ya que se recogen en muchos casos con el
genérico de árboles frutales, se anotan su existencia en algunos lugares. Así
se declara la posesión de dos pies de almendreros en el Callejón. En el Llano
de Coto, una tierra dedicada a
cereales y almendros. O en Santa Catalina, una tierra destinada a almendros.
Con la vara. Los Tomillos. Aripe, 2007 |
Aripe. Guía de Isora, 2009 |
En algunas zonas, como en el Suroeste de la Isla, se denota una expansión de este cultivo en la última mitad del siglo XIX, motivada por la crisis de la cochinilla, la cual se intentó atenuarla con la siembra de almendras, tal como apunta Carmen Rosa Pérez Barrios en su publicación la Propiedad de la tierra en la Comarca de Abona.
El cuidado del almendrero ha perdido presencia en
estos campos del Sur por el abandono de la agricultura tradicional. Lo que
representó a nuestra gente del campo nos lo muestran algunos de sus vecinos,
algunos de ellos ya fallecidos. Como Rosario Delgado Hernández, quien nació en
El Roque, San Miguel de Abona, en 1912, y quien contaba que en el día de reyes
sólo recibían unas naranjitas y unas almendras, que colmaban la mayor de las
expectativas.
Las Vegas. Granadilla, 2013 |
María Oliva Fraga, nació en 1928, en Icerse, Adeje,
en una familia dedicada al cuidado de una medianería, entre la agricultura y la
ganadería. Pero lo que no entraba en ese trato eran las almendras, que
también recogíamos, pero pagában pa recoger, las almendras se las llevaban
ellos, las exportaban pa Las Palmas.
María Rodríguez González, de Aripe, Guía de Isora,
donde nació en 1935, y que siempre ha estado vinculada a este cultivo, con una
gran mano para tumbar la almendra con la lata, con la larga vara con la que se
golpea el árbol. Apunta María que la almendra se solía vender sin majar. Se
tumbaban con la lata, se recogían, se trasladaban a la vivienda, se escogían,
se les retiraba la cáscara verde, a la que aún la tenía, y se almacenaba en el
granero. La cáscara verde se solía colocar en el estercolero y utilizarla con
posterioridad como abono, y la seca se podría utilizar para alimentar el fuego del
fogal.
Tomás Trujillo Trujillo, cabrero más conocido por
Pablo, y quien nació en el canto abajo de Las Manchas, en Santiago del Teide, apunta la dedicación de su
familia, que también incluían la almendra entre sus labores. En aquella
época nada más que el ganado, sembraba, recogía, vivía de la agricultura. Y así
pasábamos un tiempo como dios mandaba, en aquel tiempo de las miserias lo
pasamos bastante bien porque teníamos gofio, cogíamos papas, fruta, almendra,
de todo teníamos en la casa.
Asimismo con la almendra, al igual que otros cultivo
como la papa y de otros árboles frutales, fue recurso para gente humilde a
través del rebusque, de ese fruto que queda perdido bajo el almendro una vez
recogida la cosecha.
Los Calvaritos. Vilaflor, 2012 |
O anotar otros apuntes de esas almendras que se
utilizan para la excelente repostería de este Sur: truchas de almendras, tortas
de almendras o tortas chasneras, piñas, huesos, rosquetes rellenos o
matrimonios. Y como ejemplo de dulcera se podría citar a Adorsinda Melo Aponte,
quien nació en 1883 en Arona, y que elaboró sus deliciosos dulces en El Hoyo,
en Vilaflor, tal como recuerda su hija María Tacoronte Melo, también dulcera y
quien recuerda alguno de los momentos por los que transitó la vida de su madre,
prestigiosa dulcera que recorrió buena parte del Sur de la Isla endulzando el
paladar de sus gentes. Sobre todo en verano, se trasladaba a los festejos, se
producía un ajetreo continuo en su casa de El Hoyo. Era empatar una semana
con otra, siempre con los dulces, empatar porque cada vez que había una fiesta
había que salir, usté ve que Las Galletas es muy cerca al Valle, después era
Charco del Pino, después San Antonio en Granadilla, después también San Miguel.
Almendrero. Árbol de retorcidos y estriados troncos,
de amplia gama de pardos que en ocasiones rivalizan en coloridos con la piedra.
Y llega la conversión, brota el colorido, brota los pétalos blancos y rosas que
pueblan laderas y barrancos de júbilo. Pero la metamorfosis continúa con el
brotar del verde, de sus hojas, y del cuajado del fruto, de la almendra,
exquisito manjar que aporta alegrías a nuestro paladar.
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