Benito Sierra Melo, 2007
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A este viejo marino sus recuerdos le brotan como las
mareas playeras de septiembre, a borbotones, con ímpetu. Su memoria fluye entre
remos o marullos, entre barcos de cabotaje o de pesca, entre cañas o chinchorros,
anclada eternamente a la mar. Benito Sierra Melo (Los Cristianos, 1909-2009), o
mejor Tito como cariñosamente se
le conoce, nació en El Coronel, en cuyo lugar efectuaban labores de medianeros
sus padres, Isabel Melo Martín y Benito Sierra Tavío. Dejan este trabajo y su
familia emigró a Buenos Aires, y fui yo pequeñito en los brazos de mi madre.
Nosotros estuvimos dos años y mi padre estuvo cuatro, y Leandra fue también y
Cho Eladio, en el mismo barco.
Cuando regresan a Los Cristianos habitan en una
vivienda en El Cabezo, y pocos años después su padre va en busca del sustento a
Cuba. Esto fue alrededor de 1920, como así se corrobora en el Padrón de
habitantes de Arona para ese año, en el que su familia se encontraba inscrita
en Arona casco. Benito Sierra Tavío, de 34 años, se anotaba: “ausente en Cuba”;
Isabel Melo Martín, de igual edad; y sus hijos: Antonio, de 14 años; Francisco,
de 13; Benito, de 12; Elida, de 10; Alfredo, de 8; y Nicolás, de 4 años.
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Benito Sierra Melo
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Tito acompañó en su infancia a su abuela Nicolasa
Martín, casada con el pescador Antonio Melo Martín, en el trasiego de llevar el
pescado a las medianías para intercambiarlo por productos de la tierra. Aquí
llegaba yo a veces, y de samas, y el montón de samas áhi se le hacía de noche,
áhi, salando samas, mi tío Pepe y mi abuelo, porque mi abuelo se ponía de
cuatro patas y no se sentaba, salándolas, después las secaba un poco y después
mi abuela, tenía una burra pa llevarlo, íbamos a Vilaflor a vender y a esa
Escalona y todo eso por áhi, yo era un muchachito chico y me llevaba con ella.
Su escuela, a la oficial apenas pudo asistir, la
recibió aprendiendo en las labores del campo. Sin contar aún con diez años ya
trabajaba con Leopoldo Domínguez en la Asomada de los Eres. Me llevó pa
hacer cajas, chiquito yo, pa na más que hacer cajas, las maderas venían sueltas
y todo el día haciendo cajas pa los ataos. Después sus manos se esmeraron en los cultivos de tomates, en fincas
propiedad de Juan Bethencourt Herrera, en El Carmen, y de Antonio Domínguez, en
Las Madrigueras. El cambio lo motivó el mayor salario que le ofreció éste
último. Los hombres ganaban un duro, pero a mí me pagaban cuatro y media. Si
vienes conmigo te pago seis pesetas. Mira, cuando el hombre me lo dijo, eso me
volví loco, porque todos los hombres aquí no ganaban sino un duro. Áhi estuve
en el veinticuatro y el veinticinco y después en el veintiséis me embarque en
el Isora, con el patrón Manuel Perdomo y seño Esteban el Kilo, el del Valle,
era el contramaestre.
Sus
recuerdos traen a la orilla el aroma de la sal de alta mar, una larga lista de
barcos de cabotaje donde faenó. Además de su primer embarque en el Isora, del
armador José Peña Hernández, también trabajó en el Santa Úrsula de la compañía
Thorensen, en la que era difícil ingresar al tener mejor salario que el resto
de la compañías. Por eso el que lo coge no lo suelta más, porque eran
doscientas pesetas y las otras eran veintidós duros. En los primeros años de la década de los treinta
realizó el servicio militar, recuerda que cuando se proclama, el 14 de abril de
1931, la II Republica Española se encontraba en Sevilla. Y después vuelta al
cabotaje en barcos como el Isora, el Sancho o el San Isidro.
En
estos barcos de cabotaje se trasladaba los pasajeros y las mercancías que
entraban y salían por los pequeños embarcaderos que jalonaban la costa Sur de
la Isla, incluidos los pequeños vehículos de motor que comenzaron a proliferar
por estas tierras. Pa todo, pa carga y fruta, pa todo, hasta los coches los
traíamos, cuando venían de Santa Cruz, y los camiones chicos, había una plancha
de madera y los poníamos en la lancha. Los coches venían preparados ya en la
plancha de madera, en la cubierta, y los echábamos con la pluma, igual que la
carga, después llegábamos a la playa se encallaba la lancha y el coche salía
por la plancha de madera, la plancha sobraba pa popa.
Y
sobre todo en la zafra de los tomates, que se trasladaban en estos barcos hacía
Santa Cruz para su posterior embarque a su destino europeo. Una de esas rutas
que tantas veces transitó Tito comenzaba en Barranco Seco, Teno, transitando las numerosas calas que
salpicaban la costa Sur de la Isla, como Alcalá, Puerto Adeje, La Caleta, Playa
de la Carnada, La Planada, El Puerto, estos tres últimos en Los Cristianos, El
Porís de Las Galletas, Tajao, El Porís de Abona o Candelaria, hasta Santa cRuz
de Tenerife, por citar algunos de ellos.
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El barco Paquita, a finales de la década de 1920 |
Esta
labor la abandona a mediados de los treinta para dedicarse a la pesca con su
padre. Mi padre tenía un chinchorro, y vine al chinchorro y después del chinchorro
con Paco mi hermano pusimos una traiña y estuve unos siete años. Primero fue un
chichorro que lo compró mi padre en El Médano en ochocientas pesetas, un
chichorro que tenía 130 brazas de las mías, por banda, doscientas sesenta
brazas, lo echábamos y jalábamos de tierra y a última hora jalábamos con la
falúa.
A la edad de treinta y siete años se casa con Dolores
Miranda, doña Lola, que a tantos
de nuestra generación endulzó la vida con sus pirulines y sus mimos.
Entre otras de sus ocupaciones, acompañaba en la
pesca a Antonio Domínguez Alfonso, tal como se aprecia en el barco Paquita. En esta fotografía se contempla a este rico
hacendado junto a Tito y a su hermano Antonio Sierra Melo. Ese momento, y según
nos relató Benito Sierra, llegaban de un día aciago ya que sólo pescaron el
atún que se recoge en la imagen. Esta falúa le servía de entretenimiento a este
gran propietario de la zona, quien la adquirió en Santa Cruz, y a la que
después le añadió un motor. Los aparejos y velas le fueron preparados por
Esteban García, Esteban el Kilo,
del Valle de San Lorenzo, que al igual que Tito trabajó en varios barcos de
cabotaje.
Efectuó
otras labores, como en la construcción de la Casa del Inglés o en la obtención
de la cal, pero sobre todo su vida ha estado vinculada a la mar, con el
cabotaje, con el cuidado de embarcaciones de recreo o con la pesca, empezamos
a pescar cuando éramos muchachos, cuando podíamos con los remos.
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