Las
higueras se encuentran, en medianías y zonas altas, aportando sus maravillosos
frutos. Los frutales ocupaban lugares marginales, los suelos mejores se
destinaban a cereales y a papas. La higuera y la tunera, además de los escasos
cuidados para su producción, permite espaciar su cultivo por toda la geografía
del este Sur debido a su fácil adaptación a diversas condiciones climáticas.
La fruta leche era vital para la subsistencia de
nuestros campesinos, tal como relata Manuel Pérez Vargas, vecino de Tijoco de
Arriba, en Adeje, quien vivió unas tres décadas, entre los años treinta y
cincuenta, en El Almácigo, Guía de Isora, cuando sus padres, Manuel Pérez de
León y Ursula Vargas Morales trabajaban de medianeros con la empresa Fyffes, a
quien le compraban por 20 pesetas los higos de leche de las higueras que se
encontraban en la Vera de Erques, en las Hoyas del Draguillo y en Los
Graneritos. Eran años que se optimizaba todos los recursos, como los frutos de
la higuera, que se consumían en fresco o pasados, recurso imprescindible para
pasar los fríos meses que se avecinaban. “En ese tiempo un higo que estaba
allarriba se le tiraba una piedra, no es como hoy que se pudren áhi y nadie los
mira, hombre por dios. Eso era una comida muy sana, muy saludable y muy buena.
Esté salía de madrugada o iba pa la cumbre, se llevaba unos poquitos de higos y
un pedacito de queso, si tenía, y estaba comido tranquilo todo el día, como
hubiera agua cerca donde beber, ya estaba.”
Fotografía: Higuera gomera en Los Calvaritos.
Vilaflor. Marzo de 2013
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