Salvador González Alayón. Cañada Verde, 1991 |
Texto
publicado en: HOMENAJE A SALVADOR
GONZÁLEZ ALAYÓN. Aportaciones y experiencias basadas en la transmisión oral de
Salvador González Alayón. 2002. En el transcurso de las II Jornadas de
Cultura Tradicional y Patrimonio Salvador
González Alayón. Centro Cultural de El Fraile, del 17 al 25 de mayo. Coordinaron:
Adolfo Guerra Rodríguez y Marcos Brito.
SALVADOR GONZÁLEZ ALAYÓN. Un Cabrero para la
Leyenda
Salvador González Alayón, cual elemento más de la
tierra que lo ha visto crecer, es toda una invitación al recuerdo, a la
memoria, a la historia cotidiana que atesora y que desgrana con la sencillez que
le han dado los años transcurridos interrogando, analizando, a la naturaleza con
la que durante tanto tiempo ha vivido acorde a sus pautas.
Dos han sido los trabajos publicados en los que ha
intervenido el saber natural de Salvador González Alayón. Uno es Análisis de
una infraestructura agraria: las eras en el Municipio de Arona[i];
y el segundo[ii]
con igual título que el del encabezado de este artículo. En el primero, además
de su conocimiento de la zona frecuentada donde fue de una gran ayuda para la
localización de las eras, sobretodo de las desaparecidas, también aportó sus
saberes en cuanto que practicó el arte de la siembra, siega y trilla hasta la
década de los sesenta, para proveer el sustento familiar.
En el segundo, y del cual he entresacado algunos
párrafos y datos de su magisterio, se recogen una serie de costumbres, en la
mayoría de las veces en su voz. La
experiencia de Salvador nos aporta las relaciones entre el cabrero y el
propietario; los usos y modos ejercidos por el día de San Juan, como la llevada
al mar de las cabras, la suelta de los machos o el cambio de cabrero. En el
caso de Salvador es de reseñar, su continuidad con las mismas cabras, la
formación de la manada a su gusto y conocimiento eran máximas, ya que sólo
realizó este cambio dos veces, una con la manada de su padre, al pasar de Guaza
Arriba a Los Bebederos y la otra de allí a Cañada Verde. También se recogen las
prácticas como la guía del ganado, los cuidados para que no invadan zonas de
cultivos; el traslado de la manada “a la cumbre”, actividad que Salvador sólo
realizó en una ocasión, en 1947; el aprovechamiento de los recursos, máxime en
época de sequía; los recursos hídricos y su aporte a las cabras; los baifos a
criar, su destete; o los pastos más frecuentes.
Quisiera anotar unas breves pinceladas sobre su
biografía, que reforzaran aún más la personalidad de este cabrero forjado a sí
mismo, incluso en muchas de las actividades no concerniente a la cabrería. Su
vida, sus recuerdos, están sujetos a una extensa saga de cabreros. Su abuelo
materno, Antonio Alayón Risco, casado con Francisca Pérez Gómez, venía de
cabrero desde sus antepasados. El paterno, Salvador González González,
“Salvador el de Las Laderas”, estaba casado con María Alayón; y dos de sus
hijos, Juan González Alayón, “Juan de Las Laderas”, y su padre, Antonio
González Alayón. También fue cabrero un hermano de Salvador, Antonio, aunque en
un breve período de tiempo. Además de una larga lista de parentescos políticos,
como José Sierra, esposo de Salomé González Alayón, hermana de su padre.
Antonio García Díaz, casado con María Alayón Pérez, hermana de su madre. O su
suegro, Gregorio Pérez Brito, por solo citar los más cercanos, ya que la lista
sería interminable si añadimos otros familiares, ahijados o compadres.
Su padre comenzó la cabrería cuando fue de medianero
a El Llano Azul, en la propiedad de Juan Bethencourt, alrededor de 1909. La
memoria de Salvador se nutre tanto de su propia vivencia como de la transmitida
por sus familiares más cercanos, que se entrecruzan con las suyas. Su familia
se traslada a Cabo Blanco en 1916 o 1917 y poco después a Cañada Verde, en
calidad de medianero, dejando momentáneamente el ganado. Y fue en esta
propiedad donde nació en la madrugada del 15 de noviembre de 1919, en la cuadra
de las vacas donde su madre, Romualda Alayón Pérez, se encontraba dándoles de
comer. Aquí vivió hasta el 7 de agosto de 1923, cuando su padre se trasladó de
cabrero a Guaza Arriba, y ya fue con él tras las cabras.
Con el ganado fue un alumno aventajado, aprendía
pronto y rápido, ya con seis años cuidaba de los machos y comenzaba a ordeñar,
con ocho ya lo hacía con la manada completa. Fueron años de aprendizaje con el
ganado, pero también de cierto abandono en cuanto a su escolarización. Motivado
por su trabajo, necesario en la ayuda familiar, y por la falta de escuelas en
la zona. La escuela pública de niños más cercana era la del Valle de San
Lorenzo; ya que la escuela mixta de Cabo Blanco comenzó a principios de la
década de los treinta, y la de Las Galletas hubo que esperar hasta bien entrada
la de los cincuenta. Se inició en clases particulares, clases nocturnas después
de terminar la faena; y con la enorme voluntad que le caracteriza consiguió
recuperar los años perdidos.
De Guaza se trasladaron a Los Bebederos, el 24 de
junio de 1931. Alternaban la estancia entre El Monte y Los Bebederos. Fueron
años de ayuda continua en la casa, en la que no sobraban brazos ni tampoco
faltaban bocas para comer. De igual modo ayudaba a sembrar, que a segar, o a trillar;
en los tomates de medias, o a cuidar las cabras. Tras el fallecimiento de su
padre, acaecido el 6 de noviembre de 1942, se hizo cargo de la manada. Pero no
sólo de las cabras, además para subsistir también había que trabajar la tierra,
el sustento había que arrancárselo.
Años después, el 6 de diciembre de 1951, se
casó con Ofelia Pérez Díaz. La luna de miel la pasó ordeñando las cabras. Desde
ese día recorrieron juntos la vida, a la que fue sumándose la llegada de sus
cinco hijos: María Romualda; Antonia; Teresa; Isabel; Jesús Salvador, fallecido
en la adolescencia; y José Luis.
Entre Los Bebederos y El Monte estuvo hasta 1980.
También trasladaba las cabras a Charco del Pino, en el Llano del Clérigo; a Ciguaña
y Casa Blanca, en Granadilla; en la Mesa de Aldea Blanca. Aquí siguió hasta el
8 de junio de 1980, cuando tras la búsqueda de sus raíces se trasladó a Cañada
Verde con Juana Bello Rodríguez y después con el hijo de ésta, Ildefonso Bello.
Y allí permaneció hasta el 11 de abril de 1994, y en
todo momento con ese tratamiento respetuoso que ha seguido con los prácticas de
sus antepasados, ampliándolas y mejorándolas. Pero una cabrería que no tendrá
nunca final, porque se lleva en la sangre, en el corazón, en el amor eterno que
ha sentido por las cabras, desde que vino a este mundo, allá en 1919, en la
cuadra de las vacas de Cañada Verde. Ese amor que le ha hecho permanecer
siempre con las cabras incluso en años difíciles, que como nos recuerda el
propio Salvador: Yo ha sido como el navegante, sea el mar en calma o en
temporal hay que seguir adelante. Había que adaptarse a una nueva manera de
vida, fue aquel un año duro, acrecentado por el fallecimiento de su esposa, doña
Ofelia, el día 5 de junio de 1995.
El tratamiento respetuoso que ha seguido con las
prácticas de sus antepasados, ampliándolos y mejorándolos, en la aplicación de
la veterinaria tradicional, ha sido crucial en la vida de Salvador, incluso en
la actualidad solicitan sus servicios para aliviar algún mal y sobre todo para
ayudar a las cabras en partos dificultosos. Estas prácticas las aprendió de su
padre y abuelo, pero también por su gran curiosidad natural, por su observación
cotidiana de la naturaleza que le rodea. Ha sido capaz de conocer la enfermedad
por los síntomas que se le muestran y además saber la causa por que ha sido
motivada y acertar con el remedio adecuado para cada caso.
Pero además de la ayuda aportada en la publicación
de lo citado queda el pozo con agua abundante de la que beber para no olvidar
nuestro pasado.
Marcos Brito
Marcos Brito. Natural de Los Cristianos. Ingeniero
Técnico Agrícola y Licenciado en Ciencias de la Información. Ha publicado
numerosos artículos en prensa, catálogos y revistas, sobre arte, historia y
tradición oral. Así como las publicaciones: Fiestas
del Carmen. Los Cristianos. 1924-1954, 1998. SALVADOR GONZÁLEZ ALAYÓN.
Un Cabrero para la Leyenda, 2000.
Romería de Nuestra Señora de Fátima. Valle de San Lorenzo, 2001. Arona
en el recuerdo, 2001.
Coordinador, junto a Adolfo Guerra, de las I Jornadas
de Cultura Tradicional Salvador González
Alayón. Arona, 2001. Y moderador de la Mesa
redonda con cabreros realizadas en esas mismas Jornadas.
[i]. BRITO, Marcos: Análisis de una
infraestructura agraria: las eras en el Municipio de Arona. I Jornadas de
Historia del Sur de Tenerife (Comarca de Abona). Ayuntamiento de Arona, Cabildo
Insular de Tenerife. Arona, 1999.
[ii]. BRITO, Marcos: SALVADOR GONZÁLEZ ALAYÓN.
Un Cabrero para la Leyenda. Patronatos Municipales de Bienestar Social y
Cultura del Ayuntamiento de Arona. 2000.
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