Bengt Rylander. Playa de Los Cristianos c. 1958 |
Ake Wännman y Birgit Alander. Los Cristianos, 1964 |
La fotografía, como todo arte, posee múltiples
cauces. Las realizadas por miembros de la Comunidad Sueca, establecida en Los
Cristianos desde finales de la década de los años cincuenta del siglo veinte,
adoptan el código de la comunicación, del testimonio, de la activación de la
memoria cotidiana. No sólo cual recordatorio, sino además con imágenes con una
estética relevante, una manera de ver y de mirar, una forma más de conocer como
habitaron en el lugar y de cómo lo contemplaron.
Esta mirada enriquecedora, a la que le debemos el poder realizar esta exposición, corresponde a Bengt Rylander, Birgit Alander, Ake Wännman, Ing-Britt Niklasson, Olof Ryding, y Karin Masson. Imágenes que han sido conservadas en dos colecciones, la de Birgit Alander y Ake Wännman; y la de Ing-Britt Niklasson y Olof Ryding; además de las correspondientes a la Clínica Vintersol. Humlegarden s.l.; a quienes hay que agradecer profundamente su custodia y cesión para esta muestra.
Olof Ryding y Ing-Britt Niklasson. Los Cristianos, mediados década de 1960 |
Son fotografías con una gran calidad, estética y humana, a través de la que nos trasladamos a esa primera época de su llegada y asentamiento. Conforman un libro abierto por las páginas de nuestra historia, la de Los Cristianos, desde 1957 a 1965. Son capaces de transmitirnos el olor a la cal de los muros; el oleaje bajo la quilla de los barcos; el bullicio de la chiquillería retozando por la arena de la playa; el aroma de las galletas de jengibre;
Nos trasmiten una nueva mirada de lo acontecido, la
visión del foráneo que nos enriquece con su perspectiva alejada de nuestro
entorno; distante en contraposición con los lugareños habituados a su medio,
ellos nos redescubrieron nuestro paisaje, nuestros usos y costumbres. Al captar
cada rincón, o cada momento del transcurrir diario de este barrio de
pescadores, no solo se han fotografiado como el viajero que se ha encontrado
con un lugar insólito e inesperado, sino que además hacen suyo el paisaje y el
paisanaje que comenzaban a compartir.
Se han detenido en los detalles, en los matices, en
la arquitectura, en el paisaje, en lo curioso de la cotidianidad. Para los que
hemos vivido esa época, nuestra infancia transcurrió en paralelo a estas
imágenes, nos han ido marcando pautas para rehilar los recuerdos; con toda la
fuerza que un niño atrapa el asombro, cuando contemplábamos el camaleón en la
ventana de Casa Inga;
pero para Bengt Rylander, al que creemos su autor, debió maravillarle nuestra
fascinación y curiosidad.
Karin Masson. Muelle de Los Cristianos, 1963 |
Estos fotógrafos, que son ahora nuestra mirada, rememoran lo que fue este barrio costero en la década de los años sesenta, nos han legado un enorme y grato testimonio que se guardará como un tesoro en el cofre más claro de la memoria. Cúmulo de imágenes, fragmentos de vida, como activación de la memoria, breve pero intensa secuencia cronológica que nos aporta una lectura de una parte importante de nuestra historia.
Marcos Brito
Marzo de 2004
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