Cita del Sur
18. Vilaflor, belleza incomparable, por Diego Crosa
Hay
lugares en Tenerife de más amplias y hermosas perspectivas, como la vega de La
Laguna, con el monte de Las Mercedes; de más bellos paisajes, como el de
Tacoronte, entre los prados verdes la nota blanca y roja del caserío; de más
viejos rincones para acuarelas, como el de Icod, con sus casonas señoriales; de
más abruptos y dantescos riscos como Taganana, la inédita, sin medios de
comunicación; de más frondosa ufanía como el valle de la Orotava, con la
grandeza del Teide al fondo; pero Vilaflor, con su suelo cuadriculado por
lindes de diminutos predios, con sus cumbres redondas, con sus perales en flor,
que semejan árboles nevados, es única, porque además en ella no se ven esos
monótonos platanales, que, con su verde sucio, tanto afean la campiña rosa y
veronés de mi terruño.
Vilaflor no se
parece a ningún otro lugar de Tenerife, recostada al pie de sus violáceos pinares; de un lado el monte de «Los Lirios», las casas grises
que lucen entre arbustos, y la iglesia aldeana, con sus cipreses guardianes;
del otro el «Atajo» y «Las Mesas» con sus miles de almendros, y al fondo,
destacándose en el azul, el «Sombrerito» y el «Valle de las aguas», con el
manantial donde brota lo más preciado, para mí, de Vilaflor: el agua curandera
de «Doña Beatriz», que da al traste con todas las afecciones intestinales.
Cita de Diego Crosa y Costa, Crosita,
(Santa Cruz de Tenerife, 1869 – 1942), quien
cultivó múltiples facetas, como la de periodista, poeta,
pintor, dibujante, dramaturgo o caricaturista. Colaborador en revistas
como Gente Nueva, Castalia o Hespérides; o en el periódico La
Prensa.
Conocedor de este Sur, por sus diversas visitas, entre ellas esta a Vilaflor, en abril de 1929, en la que se hospeda en la vivienda del médico noruego, Fredik Holmboe, que en el pueblo lo conocían por don Federico, situada en la Calle del Medio, la actual Calle Guatemala.
Conocedor de este Sur, por sus diversas visitas, entre ellas esta a Vilaflor, en abril de 1929, en la que se hospeda en la vivienda del médico noruego, Fredik Holmboe, que en el pueblo lo conocían por don Federico, situada en la Calle del Medio, la actual Calle Guatemala.
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