sábado, 22 de junio de 2019

Festejos y prácticas por San Juan

Imagen de San Juan Bautista. San Miguel de Abona. 1954

El día 24 de junio se celebra la festividad de San Juan Bautista. A su alrededor se conmemoran numerosos prácticas y festejos. Desde su víspera donde, y sobre todo la chiquillería, se rivaliza en la preparación de las fogaleras; fuego que fue alimentado con chamisos y ahulagas, en la actualidad con restos industriales. Las celebraciones, ya un tanto en desuso, en comunidad a la saga de `Juanes´; se decoraban las puertas de las casas, de los lugares de los bailes y las iglesias con arcos de hojas de palmeras, adornadas con rosquetes, flores y frutos amarrados con fibras o vergas. Las diversas tareas que por este día realizaban los cabreros. O las múltiples ceremonias que se festejan en muchas Iglesias de este Sur, como las ya olvidadas del Valle de San Lorenzo, o las de la Villa de Arico, Chío o San Miguel de Abona.
En este último pueblo, en la Parroquia de San Miguel Arcángel, una nueva imagen de San Juan Bautista se bendice en la mañana del 24 de junio de 1954, actuando de padrinos, Juan Marrero González, promotor de su advenimiento a la Iglesia, y Juana Delgado Bello. Después de la misa se invitó a los asistentes con un vino de honor en el local del cine. Por la tarde se ofreció, en la plaza de la Iglesia, un concierto de música a cargo de la Banda Municipal de Granadilla. Con posterioridad se realizó una procesión por las principales calles del pueblo, terminado el día con una verbena popular.

Fogalera. Arona, 2000
Además de las clásicas fogaleras un uso muy común de nuestros padres y abuelos era la preparación de `voladores´ o `pelotas`; práctica muy frecuente en muchos lugares del Sur de la isla. Se confeccionaban con trapos viejos y vergas hasta forman una bola, a la que se le prendía fuego; se le hacia girar con la misma verga, que se dejaba de tres o cuatro metros, hasta que se fuese a extinguir la llama, momento en el cual se lanzaba lo más lejos posible.
Julia García Morales, del Valle de San Lorenzo, nos recuerda que en su juventud siempre preparaba las fogaleras por San Juan y por San Pedro. `Me acuerdo cuando éramos chicas, íbamos por esas Rosas, donde había camelleros, ya secas, y tomillos, traer sacas llenitas pa hacer las fogaleras. También se usaba hacer unas pelotas de rejos, se le echaba petróleo, y si no teníamos petróleo porque las madres no nos daban, íbamos allí a los desperdicios de la máquina de moler, y siempre había sacos empapados de gasoil y de esas cosas pa hacer las pelotas, dándoles vueltas con un alambre amarrado. Nos asomábamos todos a esas orillas, por ver ese Guaza y esas montañas de Cabo Blanco y todo eso pa ver las pelotas tan bonitas, cuando se juntaban cuatro o cinco. ¡Ay! Que eso me parecía tan bonito`.
Por el día de San Juan, por el ´mes de San Juan`, hay tradiciones que están perpetuadas en la memoria colectiva de los cabreros: el llevar el ganado al mar, la suelta de los machos y el cambio de cabrero. Se trasladaban las cabras al mar antes de coger macho, como nos lo relató el cabrero Salvador González Alayón, vieja costumbre que la realizaba su abuelo Antonio Alayón Risco. Porque antes de soltarle los machos bañaban las cabras y enseguida que les soltaban los machos que quedaban cogiendo macho y el día de San Juan las bañaban. Y sin ser el día de San Juan la cabra que la tires tú al agua salada, las mías nunca tal, pero a mi abuelo me acuerdo verlo llevarlas a la Punta de la Rasca y a tirarles agua allí. Los machos no los bañaban, los dejaban amarrados fuera y después los soltaban. No se introducían las cabras en el mar, sino que con cubos se les echaba agua por encima, salvo los machos, que no se llevaban.
Fogaleras purificando el aire, salto por encima de sus brasas, baños a media noche en la mar, prácticas de la noche, de la víspera. Y cuando el rescoldo se ha vuelto ceniza llega el apogeo de las supersticiones amorosas, sobre todo de las mujeres que eran las que las realizaban con mayor frecuencia.
Para saber como era de pudiente el novio con el que se iban a casar, la vispera, antes de irse a dormir, se colocaban tres papas debajo de la cama. Una pelada, otra a medio pelar y la tercera sin pelar, `peluda´. Tal como nos lo describe María González Alayón, en Los Bebederos, Arona, `si la cogíamos peluda nos casábamos con un ricacho, si cogíamos la pelada con uno que no tenía nada, y la media pelada que estaba así, así.` Al momento de depositarlas bajo el lecho se decía: ´San Juan Bendito / por ser tu día / ponme aquí / la suerte mía`.  
Asimismo se ejecutaba si se quería saber la procedencia de ese futuro novio. Se colocaban, `emburujados en un papel´, un puñado de ceniza y otro de tierra. Si cogíamos la ceniza, con uno de no se sabe donde y si cogíamos la tierra, con uno de la tierra nuestra, de aquí mismo.`
Otra manera era poner dos o tres ramitos de flores bajo la almohada, y decir: ´San Juan Bendito / por ser tu día / suéñame aquí / la fortuna mía`. Y de este modo se soñaba con el que se iban a casar. En este caso nuestra informante, María González Alayón, nos contó su experiencia con este sueño que tuvo en su juventud. `Que yo lo vía, que yo día a montar la camella que tenía mi padre, pas descanse, y lo vide con una chaqueta al alto lombro y le colgaba la manga virada pal suelo y digo, y mía tú que no soñé nada. Cuando estábamos aquí en las casas de arriba vi a un hombre con una chaqueta negra y lo conocí, y me casé con él`; con Eugenio Rancel Rosa.   

Playa de Los Cristianos. 23 de mayo de 1996

Son múltiples estas costumbres, estas creencias, ya casi en el olvido. Como la de conocer el nombre de su futuro marido, que se llamaría como el primer hombre que pasase por la calle una vez que se hubiese tirado una bañadera de agua. O colocar baja la cama diversos nombres escritos en papeles, recoger uno por la mañana y así conocer el nombre con el que se casarían. O introducir una clara de huevo en una taza de agua, puesta al sereno durante la noche, y según la forma que adquiriese se sabría su profesión. Si la clara formaba un barco, sería un marino; si un arado, un agricultor; una cabra, un cabrero, etc.   
Noche de fuego y vida; leyendas anudadas a la luz y a la sombra; fogaleras y ´voladores`, enlazados a las vueltas de la felicidad; saltos de creencias, baños de mar, de purificación. Mañanitas de rituales amorosos. Arcos en las puertas, en la entrada, de plantas, flores y frutos. `Mes de San Juan`, mes de viejas prácticas pastoriles. Arraigo popular y religioso, donde se entremezclan el jolgorio y la devoción, el baile y el recogimiento, la parranda y la procesión.



Documentación: BRITO, Marcos: Los Cristianos 1900-1970. Vida cotidiana y fiestas populares; Valle de San Lorenzo. Imagen y memoria; Y Arona. Tradiciones festivas. Llanoazur ediciones


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