En el anterior artículo
publicado en este blog, sobre los nombres con los que se designan a las cabras,
se hacía referencia a las denominaciones según los colores y la combinación de
su pelaje. En este nos referiremos a otras motivaciones para nombrarlas, con
referencia a la morfología del animal, a la disposición de sus cuernos o a su
procedencia. Y como el anterior, de la mano de tres cabreros del Sur: Salvador González Alayón (Arona,
1919-2012) Casimiro Díaz Hernández (Vilaflor, 1923- Adeje, 2013. Residente en
Taucho desde 1950) y José Trujillo González (Vilaflor, 1927; en San Isidro
desde 1962).
Las causas son múltiples y
variadas, como le ocurrió a Salvador con la cabra denominada la Tresquinientas: La puse la
Tresquinientas porque vinieron del Charco del Pino comprando, si le vendía una
que era hija de una que llamaban la Lunera, que venía de la raza de Guargacho y
no me daban sino tres mil quinientas y le puse el nombre de Tresquinientas. A ese precio, pensó
Salvador, mejor se queda en la manada. Otro ejemplo de calificativo proveniente
de un desgraciado acontecimiento, es el de la Muda, la cual recibió este
nombre porque no podía balar. Siendo una baifa fue mordida por una hiena, de la
que no se tiene certeza de cómo pudo llegar al Sur de Tenerife, y que Salvador
la pudo curar quemándole las heridas con aceite, pero no logró balar más.
No es frecuente encontrar
nombres de personas, aunque si hemos localizado algunos casos, como el de la Esperancera. No lo era por proceder de
esa localidad sino porque se la regaló, a la madre de Salvador, una señora
gomera que se llamaba Esperanza. En esta cabra concurre otro hecho curioso, como
viera una mujer vestida de negro, allí iba la Esperancera velando, la iba a
encontrar.
De este modo, de negro, vestía la madre de Salvador.
También se suele poner
nombre a estos animales según su procedencia, como la Chimichera, por provenir de un
intercambio con otra manada de Chimiche. La Forastera, era a suponer una
baifa que criara de otras cabras, Salvador tuvo una Forastera, que procedía de la manada
de José. La Arenita, por el lugar donde parió su madre, en La Arenita, un pago de Arona.
O Como le sucedió a Casimiro con la Regalaá, porque me la regalaron. Tuve
tres cabras Regalaás. Una me la regaló el del correo, otra me la regaló un
gomero que está allí abajo por los Menores, chiquita. Y otra, esa si la crié
yo, la madre era aquella que yo le digo la Mosquita, le llamaba yo también la
Regalaá.
También se ha encontrado con algunos casos que nos puede llevar a engaño, como
el macho denominado el Chileno, cuya procedencia era la de un pago de San Miguel
de Abona, y cuya sonoridad recuerda a este país sudamericano: Archiles.
Asimismo abundan por su morfológica, le ponía el nombre porque miraba uno
pal cuerpo, por hache o por be, a fulana le voy a poner pues que le voy a decir
la capota, la montera. La Capota, porque tenía una moñita. La Muñeca, era chiquita, pero muy
bonita. La
Currita, porque era muy bonita. Buena Moza, corpulenta, campechana, fuerte, la
postura della, pues esta la vamos a poner la Buena Moza.
Manada de José Trujillo en la Casa del Conde, 2004. Granadilla de Abona |
A todo ello se le puede
añadir los dispuestos por la disposición de los cuernos, de las orejas. La Muja, con poquita oreja, más
de una tuve, que tenía un macho mujo. La Mocha, porque no tiene cuernos. La Piñera, por tener los cuernos
juntos. La
Empináa,
cuernos altos empinados. La Marmellada, porque tenía las marmellas esas en el cuello,
unos colgantes en el cuello, si le salían en la parte baja de la oreja, era la
Zarcilla.
La Tendía,
por los cuernos muy abiertos. La Sierva, alguna he tenido que la he llamado
Sierva, debido a los cuernos muy empinados.
Cada cabrero sigue los
pasos, las costumbres heredadas de sus antepasados, en los que se incluyen
algunas de estas denominaciones. A cada animal se le conoce por su nombre, se
le llama cuando se le va a ordeñar, se le grita cuando no toma el adecuado
camino. No se dirige a una cabra, se dirige a la Mocha, a la Arenita o a la Redonda. Desde el momento que se
decide que ese animal va a integrar la manada ya se está pensando en que nombre
se le pondrá, como apunta José al observar un grupo de baifas, esas chicas
ya le está uno mirando pa ver como le pone nombre.
Documentación:
GARCÍA GONZÁLEZ, Leticia. BRITO, Marcos: Casimiro
Díaz Hernández. De la trilla al ordeño. BRITO, Marcos: José Trujillo González. Maruca
Cabrera Bethencourt. Cumbre y costa en la memoria. BRITO, Marcos: Salvador González Alayón. Un
cabrero para la leyenda.
Llanoazur ediciones
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