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Canilla de tabaiba. Casa del Conde, Granadilla de Abona, 2004 |
La
soledad del cabrero establece la necesidad de aprender, el modo y la manera de
poner remedio a los males y enfermedades que pudiesen sobrevenir entre los
animales. Los remedios había que irlos adaptando a los males que fuesen surgiendo.
El bagaje aprendido con anterioridad había que adaptarlo a las necesidades que
se planteaban.
Para
las roturas de las patas se empleaban la corteza de las tabaibas, tal como lo
relata el cabrero José Trujillo González [Vilaflor de Chasna, 1927] Eso lo llamábamos una canilla, la sacábamos
según el gordo de la pata, le sacamos la canilla a la tabaiba de un gajo, después
se dividía en dos. Se lo pone en la canilla del animal y se amarra con un
cordón, se amarra por el centro y una punta y otra, y ya no te tiene
movimiento, y entonces se encora la pata, cuántas no he hecho yo así.
No se le pone nada dentro de la
cáscara, se le mantiene la pata rígida, se amarra que no tenga movimiento, y a
los quince días está caminando.
Documentación: BRITO, Marcos: José Trujillo González. Maruca Cabrera Bethencourt. Cumbre y costa en
la memoria. Llanoazur ediciones.