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Fermina González Oliva. Fotografía de “Vicente”, que
acompaña al artículo citado
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Fermina González Oliva fue
una reconocida dulcera en Vilaflor de Chasna, en una época en este Sur de
Tenerife donde había que adaptarse a las adversidades. Duro camino que lo
transitó con la ayuda que le reportó la elaboración de estos prestigiosos dulces
chasneros, amasados con el cariño que se trasmite de una generación a otra, y
que en esos años de mediados del siglo XX fueron una ayuda al aporte familiar.
Como el de otras mujeres que compartieron ocupaciones con este menester, como Adorsinda
Melo Aponte, Fermina Cano Díaz, Indalencia Fumero Oliva, o la hija de Fermina
González, Ligia González González.
Dulces
que se trasladaban en cajones de madera, con la ayuda de algún animal, y
recorrían muchos de los pueblos cercanos, sobre todo entre Granadilla de Abona
y Adeje. Llegaban sus dulces sabores a tiendas, casas particulares, y sobre
todo en días de festejos, cuando los desplegaban sobre blancas sabanas.
A través de un artículo
publicado en 1959, “Tortas de Chasna y piñitas de almendra” y firmado con el seudónimo
de Pablo de Chimisay, se conocen algunos pormenores de esta dulcera natural de
Vilaflor de Chasna. El redactor llegó a su vivienda en El Tejar de la mano de
María Lis García Alonso, a quien el periodista había comentado su interés en
conocer alguna de estas dulceras chasneras.
En la entrevista que se le
realiza, cuando Fermina González Oliva contaba 82 años, se apunta: “Es la más antigua y la que más dulces hace
para todas las fiestas de los pueblos de la Isla. Allí la hemos encontrado en
su faena, almibarando las ricas tortas de Chasna y las ´piñitas` de almendras.
Es curioso observar como en un viejo horno de piedra y con cáscaras de
almendras, cocina estos manjares, ayudada por sus hijas. Una mesa, unas viejas
vasijas y unas cuantas bandejas de lata son sus únicos instrumentos, junto a
una larga pala para introducir y sacar los dulces del horno.
Doña Fermina González Oliva es una mujer trabajadora y llena
de entusiasmo. Sin duda, es de aquellas mujeres que no conocen el descanso, y
de muy de mañana está dedicada a estos menesteres. para poder sostener a este
hogar cristiano, donde la vida no ha podido sonreír por tener a un hijo enfermo
desde hace varios años.”
Comenta
Fermina que se dedicaba a esta labor desde que tenía “ocho años cuando empecé
este trabajo, ya que no lo vi en mi casa sino en otras mujeres que se dedicaban
a estos trabajos.” Y después prosigue con los dulces que suele hacer, como “los bizcochos, almendrados,
piñitas de almendras, tortas de Chasna, rosquetes y muchas cosas más.” Y ante
la pregunta de cuál es el que más elabora, apunta que su preferido es “la tortita de almendra, que
nosotros conocemos por la torta chasnera. Es por el que más preguntan los
clientes. En las fiestas estas tortas siempre se agotan.”
Horno de leña de Fermina González. El Tejar, 2016
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Y para
hornear utilizaba las cáscaras de almendras, en un horno que ya disponían sus
padres, en El Tejar. “Este tiene más años que usted y que yo. Tiene casi un siglo. Lo tenían
mis padres para pasar los higos en los inviernos, cuando llovía y se mojaban,
pues mis padres no tenían este oficio.”
Y termina el cronista comiéndose
unas piñitas de almendra, despidiéndose de “esta
mujer laboriosa que representa una tradición en estos dulces tan ricos que ya
tienen historia en nuestra Isla. Volvemos de nuevo por el camino del Tejar, envuelto
en trigales y amapolas. A un lado, el Calvario, como centinela espiritual del
bello pueblo de Vilaflor, y al fondo, los lindos pinos centenarios que hacen de
este pueblo un lugar maravilloso en medio de la isla.”
En el Censo de la Población de Vilaflor, a 31 de diciembre de 1910, Fermina González Oliva, consta inscrita con once años. Reside en San Agustín, la actual Avenida Hermano Pedro, con sus padres, Ireneo González Reverón de 56 años, y Amalia Oliva Hernández, de 54 años.
En el Censo de la Población de Vilaflor, a 31 de diciembre de 1910, Fermina González Oliva, consta inscrita con once años. Reside en San Agustín, la actual Avenida Hermano Pedro, con sus padres, Ireneo González Reverón de 56 años, y Amalia Oliva Hernández, de 54 años.
En el Padrón Municipal de
Vilaflor, a 31 de diciembre de 1940, Fermina González Oliva, figura residiendo
en El Tejar, como fecha de nacimiento se apunta la de 1897, y de profesión sus labores; casada con Gregorio
González Díaz, quien nace en 1892 y de profesión obrero; y sus hijos: Pastora, Ligia, Graciela y Máximo. Además en
la vivienda reside el padre de Fermina, Irineo González Reverón. En el Padrón
Municipal de Vilaflor, a 31 de diciembre de 1950, se encuentra inscrita en El
Tejar, viuda, y con sus hijos: Pastora, Ligia y Máximo.
A Fermina la recuerda de
otra gran dulcera, Candelaria Lorenzo Fumero: Vivía en El Tejar, tenía horno de leña y hacía dulces. Hacía dulces y
los iba a vender por áhi pabajo. Madre de Ligia, que también hizo dulces, así
como Pilar una hija de Ligia.
El buen
hacer de Fermina González prosigue almibarado a la memoria colectiva de este
Sur. Madre y abuela de dulceras, colmó de gozo a infinitos paladares con sus
tortas chasneras, almendrados, piñas de almendras o rosquetes. Tuvo la
fortaleza para subsistir en unos momentos de austeridad, poseyó la delicadeza
para armonizar con destreza cada momento del proceso de la elaboración de estos
manjares, a los que se recurría para ayudar en la subsistencia familiar.