Tarro de ordeño |
Vasija de barro cocido que el cabrero utilizaba para
recoger la leche del ordeño de las cabras. Es una reproducción de los tarros
utilizados en el Sur de Tenerife, de los que también hay referencias de los que
poseían dos vicos y dos asas. Ha sido elaborado por Juan Manuel Pérez
García, Meme, artesano que tiene
su taller, Taller Alfarería Meme,
en el Paseo Dinamarca de Los Cristianos.
Salvador González Alayón, vecino de Arona, recuerda
que su padre Antonio González Alayón utilizaba un tarro de ordeño elaborado en
Garañaña, San Miguel de Abona, de dos asas, vico y con capacidad para unos 7
litros. Él tenía una piedra en la parte norte del corral, una piedra que
estaba allí desde que fue de cabrero, una piedra como que era de cantería y él
se sentaba allí y la cabra se ponía arrimada a él, hasta la cabeza por atrás de
él. Y yo, me cogía mi padre en brazo y le decía, padre cuando voy por el tarro.
Dice: todavía no. Porque a él le gustaba que el ganado reposara, que la cabra
después que está en el corral baja leche.
La alfarería tradicional tuvo en La Montañita de
Garañana una manera particular de elaborar el ajuar necesario para el
desenvolvimiento cotidiano. Tostadores, ollas, bernegales, tarros de ordeño,
braseros o platos, son algunos de los utensilios que de manera artesanal se
elaboraban en este último enclave alfarero que pervivió en San Miguel de Abona
hasta casi la llegada de la mitad del siglo XX.
Otro cabrero, Vicente Delgado Rodríguez, el natural
de Chirche, recuerda que su padre, Ezequiel Delgado Martín, que durante varias
décadas cuidó cabras en la zona de Guía de Isora, ordeñaba en un tarro de barro
cocido. Era así cómodo como pa ordeñar de así de atrás palante y después
tenía un viquito pa vaciar la leche, con un asa.
José Trujillo González refiere un
hallazgo de su padre, Juan Trujillo, cuando alrededor de 1930 tuvo las cabras
en El Salguero, Vilaflor, y ordeñaba en la cumbre en la zona de camino hacía
Boca de Tauce. Lo único que había en
casa era un tarro que llevaba una lata leche, se lo jalló mi padre en el corral
de las chozas del Lomo del Asiento. En un pino que tiene dos pernadas, y en las
dos pernadas estaba metido. Un día ordeñando, dice: ¿y esto que está asomando
aquí?. Le quita el pinocho y era un tarro. Desde cuándo estaría aquello allí,
alguno lo dejó allí.
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