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Dolores García
González Dolores García González, doña Lola, y sus múltiples labores en el Valle de San Lorenzo |
Dolores García González, doña Lola, fue una persona con grandes inquietudes sociales,
ejerció de maestra cuando no existía la escuela de niñas, de costurera, organizó
banquetes de bodas, siempre dispuesta a prestar ayuda, además de redactar y
adaptar numerosas comedias, con las que recaudar fondos para un sin fin de
obras benéficas y caritativas.
En
el Censo de Población de Arona, a 31 de diciembre de 1920, Dolores García
González se encuentra inscrita en el Valle de San Lorenzo, contaba 36 años y de
profesión sus labores. Casada con Eliseo
Bello Pérez, de 39 años, natural de granadilla de Abona y ausente en Cuba. Y
sus hijos: Consuelo, de 14 años; Guillermo, de 10 años; Nicolás de 8 años; y Ana
Bello García, de 6 años. Con residencia en el Cabo de Abajo.
En el Padrón Municipal de 1924 se registra a Dolores
García González como cabeza de familia, con su esposo, Eliseo Bello, ausente en
Cuba; y sus hijos, Guillermo, Nicolás y Ana. Su hija Consuelo Bello García
consta inscrita en su unidad familiar, casada con Zenón Hernández Tejera, de 35
años, encontrándose ausente en Cuba; y con su hija María Hernández Bello, de 3
meses.
La
iglesia de San Lorenzo Mártir se traslada de La Fuente a El Natero, su
emplazamiento actual, entre los años de 1923 y 1924, inaugurándose para las fiestas
de este último año. Los festejos más frecuentes en La Fuente era la misa y la
procesión por los alrededores de la Ermita. En un pequeño llanito de tosca, que
existía al norte de la sacristía, se organizaban bailes al son que marcaba el
acordeón del Ciego del Valle o de la
guitarra del Brujo de Adeje; se
colocaban los ventorrillos y se representaban las comedias.
Hay que resaltar la labor realizada en la preparación
y dirección de estas comedias, tanto por Dolores García González como por su
hija Ana Bello García, y que se siguieron representando en la nueva ubicación
de la Iglesia, en El Natero. Estas comedias, escritas y dirigidas por doña Lola, eran representadas por
aficionados del Valle de San Lorenzo. Asimismo organizó un baile de cintas
cuando la Iglesia se encontraba en La Fuente.
Otra labor que ejerció doña Lola, fue la organización de los
banquetes de bodas. La preparación de las bodas adquirieron cierta notoriedad
entre diversas vecinas del Valle de San Lorenzo se dedicaron a este menester,
como Dolores García o su hija, Ana Bello García.
Eran un encuentro, un acontecimiento gastronómico,
pero más aún un encuentro familiar, un acto social. Los familiares, los
vecinos, en suma los más allegados, participaban en los preparativos de la
celebración, una participación que podríamos denominar de ida y vuelta. Se
colaboraba con la elaboración de las comidas, en algunos casos aportando
incluso los alimentos; se ayudaba a completar la mantelería o los cubiertos,
que iban marcándose, según entraban en el lugar donde se realizaba el festejo,
con esparadrapo con algún número o letra. Para esos allegados y para aquellos
que no pudieron asistir se les preparaba alguna bandejita de dulces, bien al
finalizar la celebración o en los días posteriores.
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Dolores García con un grupo de alumnas. Cabo Abajo
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Otra faceta en la que era reconocida su maestría fue
como costurera, que en días de fiestas tenían que alargar la jornada a base de
velas y quinqués, es recordada su peculiar manera de tomar medidas, con una
tira de tela a la que le realizaba diversas marcas con las que se guiaba a la
hora de marcar y cortar.
Y todo esto en un pago
donde la situación educativa continuaba padeciendo su falta de
infraestructuras, sólo existía una escuela de niños, hasta que en 1930 se crea
la de niñas, que se instala en El Pinito. Carencia que se suplía con las clases
particulares de Dolores García, doña Lola,
en Cabo Abajo; José Estalayo, en La Hoya; o José Sánchez, que las impartió en
El Llano.
Doña Lola, a la que no conocí, pero de cuya persona se han
escuchado elogios de todo tipo, tanto en sus dedicaciones profesionales, como
en las personales, siempre dispuesta a prestar ayuda a cualquier necesitado. Los
recuerdos de los que la conocieron brotan en aprobaciones, a través de ellos
permanece el pasado, al que cada cual le ha aportado su grado de nostalgia.
Documentación: BRITO, Marcos: Valle de San Lorenzo. Imagen y memoria. Llanoazur ediciones.
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