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Alonso Chirino y del Hoyo |
La
conflictividad y los diversos pleitos mantenidos por la familia Soler, en
defensa del mayorazgo que fundó Pedro Soler y María Cabrera en 1602, con
vecinos de la comarca de Chasna, tuvo su punto álgido el 17 de agosto de 1840
cuando se cometió el asesinato de Alonso Fernando Chirino y del Hoyo Solorzano,
séptimo Marqués de la Fuente de Las Palmas, coronel del Regimiento de Milicias
de Abona.
En
1825, a la muerte de su padre Domingo Chirino, hereda el mayorazgo de los Soler
y toma posesión de una extensa lista de propiedades en los municipios de Arona,
Granadilla de Abona, San Miguel de Abona y Vilaflor. Poco más de año después
inicia pleitos para tomar posesión de otras propiedades que reclamaba como
propias al considerar que fueron detraídas de su mayorazgo. Por este extenso
proceso, que sostuvo durante décadas y ganó, se granjeó enemistades en buena
parte del Sur y con algunas de las grandes propiedades de Tenerife.
Este
suceso lo relata Germán Fumero Alayón, el viejo vate chasnero, en un artículo
publicado en 1932. Era el 17 de agosto de 1840. Caballero en su trotón de
pura raza árabe salió don Alonso Chirino del Hoyo, marqués de la Fuente de Las
Palmas, de su casa palacio de Vilaflor para dirigirse a los limítrofes pueblos
de San Miguel y Granadilla.
Cuando
Germán Fumero narra esa noche trágica, describiendo que regresaba ya muy tarde del pueblo de
Granadilla. En este lugar, un amigo suyo, don Gregorio Francisco de Trías,
-según cuenta la tradición que ha llegado hasta nosotros.- le aconsejó que
pernoctara en su casa, tal vez influenciado por algún presentimiento de lo que
luego iba a ocurrir.
Unos
dos kilómetros antes de llegar a Vilaflor, en la Cruz de Juan Bello, se
parapetaron bajo una higuera los que le dispararon a muerte. Zona que se conoce
por la Hoya del Marqués y la Higuera del Marqués, ya desaparecida. Ya las
sombras de la noche envolvían los matorrales, veredas y sitios en que se
encontraban el marqués y su comitiva, que la componían los dos niños de que
hablamos al principio, la madre de éstos y algunos servidores.
Súbitamente
suena una descarga de fusilería. Cae el caballo, atravesado el pecho por
proyectiles mortíferos y con su últimas palabras de ¡Salvad los niños!, cae
también, a consecuencia de una segunda descarga mortalmente herido, el ilustre
marqués.
Hoya del Marqués. Vilaflor |
Dacio
Darias y Padrón anota una cita de Benítez Suazo en la que se especifica que fue
asesinado por doce chasneros, que al pasar por el camino que iba de Granadilla
para su casa de Vilaflor, con su criado y los dos chiquillos de la criada Pepa,
le hicieron una descarga cerrada de fusiles y lo dejaron muerto a él y al
caballo en que iba montado.
Intervino
el Juzgado de La Orotava, al que se pertenecía en aquellos momentos, pero como
añade Germán Fumero, nada, absolutamente nada se sacó en claro. La opinión
pública atribuyó el hecho a los carabineros del Resguardo que en aquella época
vigilaba los puertos y ensenadas de esta parte de la isla para evitar el
contrabando y el alijo de tabaco, que hacía frecuentemente un buque velero que
llamado ´El Místico`.
La
tradición oral chasnera aún conserva en la memoria este suceso, tal como lo
relata Angélica Dorta Pérez, esposa del cabrero Antonio García García. La
higuera estaba en una hoya y allí fue donde mi Antonio me dijo que mataron al
Marqués. Porque el Marqués dice que decía: si la copa es mía porque no es el
ala también. Porque se cogía todo y lo estaban acechando. Mi Antonio dice que
debajo de la higuera había un montón de cajas de sardinas, de la gente que lo
estaba acechando, pa matarlo. Entonces tenían un espía de Las Mesas pallá, en
la Montaña Colorada, y lo vio subir de Las Vegas parriba en el caballo, y un
criado que tenía, negro, y entonces él vino y les avisó a los que estaban
debajo de la higuera, por todos sitios, viene ya.
Y cuando llegó allí le dijeron al acompañante que llevaba:
retírese. Dice: donde muere mi amo muero yo también. Pero le dieron unos
fogonazos al caballo y él cuando vio que le tiraron al caballo, y lo mataron,
traspusieron, y entonces acabaron con el Marqués.
Después tenían que ir de Vilaflor a La Orotava, a
declarar.
Decían, a la gente que iba de Vilaflor: Dicen que mataron
al Marqués.
Decían ellos: Dicen que lo mataron.
Dice: ¿Y quién lo dice? A usted se lo oigo.
Y diai no había quien lo sacara. A usted se lo oigo. Pero ellos no decían lo
mataron, ni lo mató fulano, ni lo mató mengano. Pero lo mataron porque se iba a
coger todo, iba a dejar los pobres sin nada.
Y
aún persiste la lapidaria frase: ¿Dicen que mataron al marqués?… ¡Eso
dicen!…
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