El cabrero Salvador González Alayón, gran conocedor
de la zona, anota sus recuerdos sobre estos menesteres en las salinas naturales
de la Punta de la Rasca. Desde su abuela Francisca Pérez al cabrero Francisco
González, Pancho Pachanga, fueron
numerosas las personas que se acercaban a esta costa para raspar sal en los
charcos naturales. “Mira que había gente que vivía de la sal, esa gente pues
todos los días traíban la sal, la secaba abajo, lo vía usté, tenían hasta sus
lajitas donde tenderlas, que no se si se verá por allí todavía las piedras
esas, las ponían sobre las lajitas a escurrirlas, después en un farjito desos
de turba.”
La Punta de la Rasca fue fuente importante en la
obtención de la sal, en la búsqueda de los recursos que ayudaran a salir
adelante, del sustento necesario para supervivir. Muchas familias, en algunos
casos mujeres solas, bajaban de las medianías a llenar los pequeños charcos de
agua, a recoger la sal. Era un trabajo de verano, cuando la zafra de los
tomates había terminado, cuando el cereal ya estaba recogido y trillado en la
era; también fue el trabajo de alguna que otra vendedora de pescado.
Fotografía:
Al Oeste del Callao Pestana. Punta de la Rasca, febrero 2009.
No hay comentarios:
Publicar un comentario