lunes, 26 de octubre de 2015

José Sierra, PORÍS, y María García, PORÍS. Nombretes en Arona

 
María García Linares y sus hijas, Isabel, Otilia y Carmen Sierra García

José Sierra Delgado y María García Linares son conocidos por estos apodos por los años que residieron en el Porís de Las Galletas, Arona. José Porís trabajó en una consignataria de los barcos de cabotaje que realizaban el trasiego de mercancías y pasajeros por las pequeñas calas del Sur de Tenerife. Asimismo realizaron labores en la agricultura, en la zona del Valle de San Lorenzo y en el Municipio de Arico.
En el Padrón Municipal de Arona, a 31 de diciembre de 1937, constan inscritos en el Valle de San Lorenzo: José Sierra Delgado, que nace en 1879 y de profesión jornalero; casado con María García Linares [en el Censo de Población de 1920 se registra: María García García], quien nace en 1883 y de profesión jornalera; y sus hijos: Otilia, 1918; Juana, 1920; y Eulogio Sierra García, 1922. En el Censo Electoral de Arico, para el año de 1945, José Sierra Delgado se registra en Arico Nuevo, con 67 años de edad y de profesión jornalero.

José Sierra Delgado

Documentación: BRITO, Marcos: Nombretes en el Sur de Tenerife. Llanoazur ediciones

María Álvarez Évora, en el trasiego entre mar y cumbre

María Álvarez Évora. Armeñime, 2007
 
María Álvarez Évora, María la de Aurelia, adquiere este nombrete al agregarle a su nombre el de su madre, Aurelia Álvarez Evora. María la de Aurelia nació en Chío, Guía de Isora, en 1924, y a la edad de nueve meses se traslada a Adeje. Su madre trabajaba en la charca de Armeñime y residen en La Atalaya, con posterioridad se traslada a El Puertito de Adeje, donde su madre se dedicó a tareas en el cultivo de la platanera. Mientras su madre se dedicaba a trabajos en la agricultura, María se tenía que hacer cargo de sus hermanos. Yo nunca fui a la escuela, es de que cogí, que tendría siete, ocho añitos, mi madre se iba a trabajar y me dejaba con todos los demás.
María comenzó a vender pescado cuando, a la edad de 17 años, se casa con el pescador Juan Hernández Melo, Juan Carmen. Residieron en El Puertito, con sus seis hijos, y cuando la más pequeña tenía unos dos años, la tuvo con 42 años, se trasladan a vivir a Armeñime.
Juan Hernández Melo y María Álvarez Évora. Armeñime, 2007

María Álvarez Évora, María la de Aurelia, ha sido una de estas esforzadas mujeres que dedicaron buena parte de su vida a la venta de pescado, trasladándose a pie a las medianías del Municipio de Adeje, alcanzando los pagos de Taucho o Icerce. Por cas seña Sofía parriba, por Las Moraditas, en Las Moraditas era donde vivía Petronilo en pas descanse que ya murió. Y de Las Moraditas al Barranco de Taucho, por donde descansaban los muertos, y allí descansaba yo porque allí es donde podía agacharme a descargarme, había un altito pa poner la cesta pa después allí volverme a cargar y seguir parriba pa Taucho, por la Somadita donde vive Cha Sixta. A Ifonche subía por el Camino de Carrasco, que había una fuente, allí escansábamos y allí bebíamos agua y allí volvíamos otra vez a cargarnos pa subir parriba pa Benítez que es la primer casa que se encontraba, en Benítez, Francisco Moña.
Se desplazaba a todos los caseríos del Municipio de Adeje, alternando los lugares y trasladándose a los puntos más lejanos si antes no lograba vender o cambiar el pescado por productos de la tierra. A pie por esos caminos de piedra, con veinte o treinta kilos a la cabeza, tanto a la ida como a la vuelta.
Trasportaba pescado y en algunas ocasiones sal, recogida en las cercanías de El Puertito, en los charquitos, que se cuajaba la sal, cogíamos sal y la poníamos a secar y después vendíamos y cambiábamos por comida. Cuando llenaba la mar se llenaba aquellos charquitos arriba, y después claro ya la mar vaciaba y ya eso quedaba cuajadita de sal. La subíamos pa Taucho, pa donde fuera a vender, en una cesta o en un saco pa vender, pa quesos, que nos compraban en Taucho.
A comienzo de la década de 1940, cuando María Álvarez Évora se inicia en estos menesteres, en El Puertito de Adeje, no usaba pesas. Antes no se vendía por kilos, cristiano, por las sartas naa más. Enhebrábamos el pescado con badanas, lo que me parecía, un kilo o kilo y medio, siete, ocho pejes, granditos así, siete, si eran un poquito más chicos le poníamos ocho, sigún. 
Yo no quería dinero, nosotros no díamos por esos sitios pa dinero, una que no lo había y otra que no queríamos dinero sino comida, cambiar pescado por comida, por dos medios de papas, lentejas, garbanzos y de too. Hasta gofio llegué yo a traer de ese Taucho y Tijoco Arriba, como no teníamos y antes se cogía de todo pues cuando teníamos cambiaba por dinero que fue cuando junté las perritas pa comprar este solar. Se refiere a Armeñime, Adeje.
Y fue en esos momentos, cuando la familia cambia su residencia a finales de la década de 1960, cuando se dedican a tareas en la agricultura. Ya dejó de pescar y yo pegué aquí a echar tomates, y mis hijas trabajando, ya cambió la cosa. Y en Armeñime residió hasta su fallecimiento en 2010.
Labores que realizo María en unos momentos de extrema dureza, una vida cotidiana marcada por restricciones de lo más elemental, como los alimentos, de los que apenas se disponía para lograr una mínima subsistencia. Esforzadas mujeres que unieron a pueblos y a sus gentes, que recorrieron caminos con la esperanza del día a día, en la búsqueda de la ilusión por mejorar lo poco que se poseía.
Las descripciones que nos dejó María la de Aurelia están plagadas de paisajes, de sacrificios, de esfuerzos recordados con cariño y cierta nostalgia. Llevó los sabores de la mar tierra adentro, y el camino se le volvía más dificultoso cuando lo tenía que recorrer estando embarazada. Y cuidar de la descendencia, incluso en plena faena: es que tenía tomates áhi en Los Curbelos. Áhi tenía un pedazo tomate, uno escarranchado al cuadril, otra agarradita a las manos y la otra de mano, parriba pa los tomates. Usté cree que yo pasé pocas penas, cristiano de dios.