lunes, 5 de octubre de 2015

Daniel el de Mojino. Manuel el de Mojino. Vilaflor de Chasna

Manuel Rodríguez Rodríguez, Manuel el de Mojino


De este modo se conoce a Daniel Rodríguez Cano, Daniel el de Mojino, porque vivió en este pago de Vilaflor de Chasna, Mohino o Mojino. Y en cuyo lugar, según su sobrino Celestino Moreno Beltrán, se mantuvo por lo menos veinte años; en los primeros momentos al cuidado de una manada de cabras y luego en la medianería agrícola. Otras fuentes también lo tratan por Daniel el de Suárez, ya que vivió en este pago de Adeje, antes de trasladarse a Vilaflor.
En el Padrón Municipal de Vilaflor, a 31 de diciembre de 1940, Daniel Rodríguez Cano consta inscrito en Guayero, residía en Mohino, de profesión obrero y con fecha de nacimiento la del año de 1893; casado con Luisa Rodríguez García, nacida en 1901 y de profesión sus labores; y con cinco hijos en la vivienda familiar: Manuel, Francisco, Vicente, Daniel y José Rodríguez Rodríguez. Se anota que procedían de Adeje y que residían en éste lugar desde hace 3 años, salvo los dos últimos que nacieron en Vilaflor y contaban con un año de edad. Manuel Rodríguez Rodríguez, al que también se le conoce por el lugar en que residió, Manuel el de Mojino, nació en 1924 y de profesión obrero.

Documentación: BRITO, Marcos: Nombretes en el Sur de Tenerife. Llanoazur ediciones

Salvador González Alayón. Mecida de la leche. Cañada Verde 1991

Salvador González Alayón. Mecida de la leche. Cañada Verde, 1991

Fotografía y texto publicados en: BRITO, Marcos: Salvador González Alayón. Un cabrero para la leyenda. Llanoazur ediciones

“Para obtener la mantequilla o la manteca ganado se recogía la leche durante varios días, hasta once, y después se mecía en un zurrón de cabra, también se llegó a realizar en garrafones de 16 litros. Además se obtenía la leche mecida o espesa, que se toma sola o con gofio y a la que se le atribuye remedios estomacales. El proceso de separar la grasa de la leche se le denomina mecida de la leche, acontecimiento que se tornaba una fiesta al realizarse en colaboración con otros cabreros o amigos. La época de la mecida eran los meses de verano, entre junio y septiembre, período en el cual las cabras dan menor cantidad de leche, y que en algunos momentos no es suficiente para hacer queso. Se guardaba en garrafones, o como hacía su padre en cacharros de mormontina de dieciocho litros, durante varios días, la leche agria que ya ve, que se pone sea cinco días, seis, siete, hasta once días, después se mece pa sacar la mantequilla. Porque anteriormente los patronos les gustaba que meciera no pa la manteca ganao sino pa ellos llevar la mantequilla. El primer día se colocaban en el garrafón 2 ó 3 litros y luego se le iba añadiendo cada día más hasta el señalado para la mecida, a esta leche se le añadía un poco de agua, todos los días o terciados. Cuando se vertía la leche en el zurrón de mecer, se le añadía más agua, pa separar las grasas; se infla el zurrón, pa que jaiga juego dentro, y se prepara para mecer, de noche y a la fresca, imprimiéndole al zurrón golpes secos.
Sea para obtener la mantequilla o la manteca, una vez finalizado el proceso de mecer la leche se sacaba la mantequilla y se deslechaba, se colocaba en agua limpia y se le iba apretando repetidas veces y cambiándole de agua hasta que no soltase nada de leche, que el agua quedase clara. Si era para consumir como mantequilla se le añadía un poco de sal y ya estaba lista, pero si se quería obtener la manteca de ganado había que guisarla a fuego lento y removiendo continuamente, e ir quitando unas borras que se  forman en la superficie, estas borras se separaban y también se utilizaban en aplicaciones a los animales.
Cuando Salvador era un niño mecían todos los cabreros de la zona, la primera que recuerda de su padre, fue en Guaza, en 1923. Meció con un zurrón de mi tío Juan González, fuera en agosto o fuera en septiembre fue la primera mecida, después ya siguió meciendo todos los años. En ella participaron, mi tío Antonio García que estaba en Charco Redondo, estaba Pancho Machanga, que era González, mi tío Juan González, mi tío Pepe, José Sierra, que estaba de cabrero en el Llano de Guaza. Y más entodavía, porque la cosa no fuera los que mecían sino los que venían, y mi tío Antonio con la guitarra tocando, y bailando allí. La casa era entonces de jormigón, ¿tú sabes lo qué decían entonces de jormigón?, de jormigón era eso de tierra, picón y ceniza, amasado y apisonado.
Pocos años después, su padre mató una machorra y le preparó un zurrón su tío “Juan de Las Laderas”. En esa época era costumbre tener zurrones mayores, con lo que tenían una mayor capacidad, pero también mayor el tiempo empleado. En un buen zurrón podían entrar 36 litros de leche más 4 ó 5 de agua. De antes con dos meceduras, daba pa la noche completa y dando de duro. De antes era cantidad de leche que llevaba, de antes no creas tú que el hombre que resistiera media hora meciendo, era un hombre de... Ese de mi padre que era de una machorra grande. Salvador solía, y suele en la actualidad, realizar la mecida con menor cantidad, unos 16 litros de leche, más unos 4 de agua, empleando para ello algo más de una hora. Con lo que obtenía, cinco medias cuartas o seis. También las mujeres participaban en la mecida, la mujer mecía de lado, sentada, así fue en la casa de Salvador, las chicas mías mecían todas, y mis hermanas.
Salvador también participaba en estas mecidas que realizaba su padre, con mi padre desde pequeño. La que se puede denominar su primera mecida, la que ya preparó bajo su exclusiva responsabilidad, la realizó en 1943. En ella participaron los cabreros, Eugenio Rancel Sosa, que estaba en Aldea; Gerardo Toledo, en Guargacho; y José Rancel que vino de Los Llanitos, San Miguel. También participó el medianero de la Punta Lomo, Hilario Vargas.” 


Documentación: BRITO, Marcos: Salvador González Alayón. Un cabrero para la leyenda. Llanoazur ediciones