viernes, 1 de abril de 2016

Cita del Sur 18. Vilaflor, belleza incomparable, por Diego Crosa



Cita del Sur 18. Vilaflor, belleza incomparable, por Diego Crosa

Hay lugares en Tenerife de más amplias y hermosas perspectivas, como la vega de La Laguna, con el monte de Las Mercedes; de más bellos paisajes, como el de Tacoronte, entre los prados verdes la nota blanca y roja del caserío; de más viejos rincones para acuarelas, como el de Icod, con sus casonas señoriales; de más abruptos y dantescos riscos como Taganana, la inédita, sin medios de comunicación; de más frondosa ufanía como el valle de la Orotava, con la grandeza del Teide al fondo; pero Vilaflor, con su suelo cuadriculado por lindes de diminutos predios, con sus cumbres redondas, con sus perales en flor, que semejan árboles nevados, es única, porque además en ella no se ven esos monótonos platanales, que, con su verde sucio, tanto afean la campiña rosa y veronés de mi terruño.
Vilaflor no se parece a ningún otro lugar de Tenerife, recostada al pie de sus violáceos pinares; de un lado el monte de «Los Lirios», las casas grises que lucen entre arbustos, y la iglesia aldeana, con sus cipreses guardianes; del otro el «Atajo» y «Las Mesas» con sus miles de almendros, y al fondo, destacándose en el azul, el «Sombrerito» y el «Valle de las aguas», con el manantial donde brota lo más preciado, para mí, de Vilaflor: el agua curandera de «Doña Beatriz», que da al traste con todas las afecciones intestinales.
Cita de Diego Crosa y Costa, Crosita, (Santa Cruz de Tenerife, 1869 – 1942), quien cultivó múltiples facetas, como la de periodista, poeta, pintor, dibujante, dramaturgo o caricaturista. Colaborador en revistas como Gente Nueva, Castalia o Hespérides; o en el periódico La Prensa.
Conocedor de este Sur, por sus diversas visitas, entre ellas esta a Vilaflor, en abril de 1929, en la que se hospeda en la vivienda del médico noruego, Fredik Holmboe, que en el pueblo lo conocían por don Federico, situada en la Calle del Medio, la actual Calle Guatemala.