Temblores de tierra precedieron detonaciones,
humaredas rojizas, cenizas volcánicas cayendo en forma de lluvia, barrancos de
lava. Era un jueves, dieciocho de noviembre de 1909, poco después de las dos de
la tarde, cuando se iniciaba la erupción de la Montaña Chinyero. Última
erupción volcánica en la isla de Tenerife que se produjo entre el 18 y el 27 de
noviembre, sin que acaecieran desgracias personales.
La Montaña Chinyero está situada en el Municipio de Santiago del Teide,
en las cercanías del límite con el de El Tanque. El aislamiento de la zona,
además de su desconocimiento, contribuyó a crear cierta confusión sobre el
lugar y las condiciones de vida. Esta zona, como todo el Sur de la isla, era
una región casi abandona a su suerte, sin carreteras, con una instalación
telegráfica sin terminar de emplazar, sin servicios sanitarios, sin apenas
escuelas. Como vías de comunicación poseía unos caminos intransitables, con una
comunicación externa basada en la mayoría de los casos en el cabotaje, para el
que tampoco había embarcaderos. Y todo ello, contando los tres municipios
afectados con una población significativa, Guía de Isora rondaba los tres mil
quinientos; El Tanque alrededor de los mil doscientos; y Santiago del Teide,
los mil quinientos.
Los temblores comenzaron a notarse el año anterior,
desde julio de 1908 se tiene múltiples referencias, hasta llegar a los días
previos a la erupción, los día 14 y 15 de noviembre de 1909. Este último día se
remite, al Gobernador Civil, un telegrama desde la Alcaldía de Icod: Hoy
desde media noche se han sentido pequeños temblores. A las cuatro treinta, otro
más intenso que asustó vecindario. No se registró consecuencia alguna
desagradable.
La erupción volcánica tuvo dos testigos de excepción
José Hernández Lorenzo y su hijo Miguel Hernández Grillo, vecinos de Los
Llanos, El Tanque. La declaración del primero se recogió en: “Erupción volcánica del
Chinyero (Tenerife)”, de Lucas
Fernández Navarro. Nosotros estábamos a 300 metros de donde reventó, y las
arenas nos caían encima. Eran las dos y media y yo estaba haciendo un trillo, y
sentía temblar la tierra bajo mis pies. Dio una vez un `berrido´, que yo miré
hacia el cielo porque me pareció como si pasaran por encima muchas palomas
revolando. Cuando fui, ya tranquilo, a buscar una cuerda para atar las maderas,
sentí al volcán dar otro `berrido´que parecía que pasaba por debajo, como si
bajara de hacia el Teide; sentí un redoble y vi que era que el hacha repicaba
sola contra el trillo, que yo me volví a ver de qué dimanaba aquello. Y después
siempre siguió temblando la tierra.
Las informaciones se suceden en todos los periódicos
de la Isla desde el día 19 de noviembre. Rastreando entre sus páginas podemos
desgranan como se registró esta erupción, como se conoció la noticia, como
transcurrió ese primer día. A través de los múltiples telegramas que se remiten
desde la zona al Gobernador Civil nos ilustran como se vivían esos primeros
momentos. En La Opinión
se publica: Hace algunos días que en casi toda la región de la isla baja,
han venido sucediéndose ciertos fenómenos sísmicos que, por su repetición,
parecía demostrar que eran antecedentes preparatorios de alguna erupción
volcánica. En efecto, con fecha de ayer a las once de la mañana, el Alcalde de
Icod telegrafiaba a este Gobierno Civil. Según informes telefónicos recibidos
hay señales evidentes erupción volcánica faldas sur del Teide en montaña las
Cruces. Acabo llamar Alcalde Guía por teléfono para conferenciar. Comunicaré V.E.
toda clase detalles relativos tranquilidad este vecindario. Ruégole declare
permanente esta oficina telegráfica.
Se suceden múltiples informaciones, se desconoce el
lugar exacto, se citan las montañas, Bencheque, La Botija, Chajorra, Las
Flores. Desde Icod se remite en la tarde del 18, otro telegrama: Reiterole
mi anterior telegrama pidiéndole auxilio. Volcán sigue en aumento, sintiéndose
temblores subterráneos, grandísimas detonaciones, columna humo color rojizo,
iluminada por resplandor. Pueblo tiene ya miedo: parte de él alejase carretera;
otra parte ansía recibir sus auxilios. Noche infunde pavor grande. Valle
Santiago pueblo más cercano lugar catástrofe, ha sido abandonado, huyendo
vecindario hacia playa. V.E. podrá enviar otro buque. Hay temores baje lava
entre Silos y Garachico. Necesidad de socorrer caso desgracia. Momentos después se informa: Propios que
envié aproximarse lugar erupción regresan comunicándome volcán tiene tres bocas
base inferior montaña Botija, sobre pueblo Santiago, arrojando grandes
bocanadas fuego y produciendo detonaciones por segundos. De Chío, pago pueblo
Guía de Tenerife telefonean que lava tiene dirección norte, esta noticia, dada
situación esta villa ha producido alarma.
Y en la noche de ese día: Peones que bajan
montaña, aseguranme que lava corre dirección Santiago por barranco los
Ovejeros. Este dato coincide con Guía quien comunica que por montaña Chinhierro
se ve correr ya franca la lava hacia dicho pueblo, el de Santiago, el cual como
ya dije V.E. está desalojado, como también Arguayo y Tamaimo. Aquí
tranquilizanse los ánimos agradeciendo vivamente auxilios que con tanto celo y
actividad organiza de cuya llegada daré cuenta.
Se comunica el desalojo de Santiago del Teide, las
alarmas por la que transcurre los pagos cercanos, de El Tanque, de Guía de
Isora. Se suceden las incertidumbres, se desconoce por donde transcurre la
lava, el número de bocas por la que emana, los auxilios que se prestan. Una de
las descripciones que con mejor criterio se acercan a la realidad se publicó el
29 de noviembre, una vez terminada la erupción, por el corresponsal de El
Tiempo en El Tanque, Abraham
Trujillo Ferrer: A las dos de la tarde del día 18, precedido de fuertes
detonaciones, vióse desde aquí grandes humaredas de color rojizo, que ha medida
que adelantaba la noche, más imponente se ofrecía a nuestros ojos, creyendo
muchos, en un principio, que eran expelidas del mismo Teide.
Más, subiendo a cierta prominencia del terreno,
pudo apreciarse que era en sus estribaciones. Ante la incertidumbre grande que
de todos se apoderó, y a fin de cerciorarme, me hice acompañar de varios, que
gustosos se prestaron, encaminándonos a un puesto desde el cual pudiéramos ver
de donde surgía el fuego.
Puestos en marcha a las cuatro de la tarde,
escalamos la cúspide de la montaña Negra, a las 8 de la noche, de la cual se
dominaba perfectamente la de Chinyero, que arrojaba arroyos de fuego, que
convertido en lava corría.
Majestuoso, impotente, era el aspecto que
presentaba tal fenómeno. Las detonaciones, como truenos subterráneos, infundían
pavor, notando ciertas trepidaciones del terreno donde nos encontramos
presenciando aquel acto sublime de la naturaleza, que jamás soñé, y bajamos
aprisa, temiendo un hundimiento.
Las informaciones que recogieron los periódicos en su
edición del viernes 19 eran imprecisas. Eran momentos de incertidumbres, de
pánicos entre los que habitaban en sus cercanías, muchas de las cuales
abandonaron, con lo puesto, la zona. Con el paso de las horas y de los primeros
días, se transformó en un punto de encuentro al que se trasladaban personas de
toda la isla. Las noticias de solidaridad se suceden entre todos los estamentos
de la sociedad. Son numerosos los pueblos donde se inician suscripciones para
recaudar fondos con los que socorrer a las familias más necesitadas.
Al lugar llegaron nutridos grupos de excursionistas,
curiosos de todo tipo, por mar o por tierra. Entre los visitantes se
encontraban científicos, fotógrafos, pintores y periodistas que plasmaron las
penas, las penurias de los habitantes más cercanos, la perplejidad, además de
la belleza de lo contemplado.
BRITO, Marcos: Erupción del Chinyero a través de
la prensa. Llanoazur
ediciones
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