Carmen Infante, en primer plano, y Emilia Marcelino |
La escasez de agua obligaba a la
población a habitar zonas cercanas a fuentes, a barrancos; al aprovechamiento
de las aguas de lluvias; lavar, en baños de cinc o en la pila de cantos
recubiertos por arena y cal, con agua salobre de pozo. A lavar, se iba a los
lavaderos construidos en las atarjeas de riego; o cuando corría el agua por los
barrancos. En Los Cristianos se lavaba en los de El Coronel y en de Achacay,
donde se sitúan dos de estas fotografías. En ellos se formaban varios charcos
después de las lluvias, ideales para la limpieza de la ropa. Allí se iba
mientras se mantuviese las escorrentías; eran momentos para el lavado, sobre
todo, de las ropas grandes,
sabanas, mantas, etc. Estas dos imágenes, y según recordó la tristemente
fallecida Carmen Infante Domínguez, la niña que aparece a la izquierda, están
tomadas en el barranco Achacay, donde está lavando Emilia Marcelino, y en la
que también se reconoce a los niños Gerardo González Martín y Mª Jesús
Domínguez.
Lavar en el Barranco de Achacay
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También se acercaban a lavar al
barranco de La Arena, al norte de Biseche, a unos charcos y eres conocidos por
Amara, muy estimados por la duración de sus aguas, que en algunos años no solía
agotarse. En el barranco de El Coronel existían varios eres, tres eres grandes
nos relatan varias fuentes orales, de ellos proviene el nombre de Asomada de
los Eres, y que se situaban por encima de la Cueva de San Sebastián, a cuya
altura se encontraban unos charcos donde se aprovechaba para lavar, y dejar
para el abastecimiento domestico el agua de estos eres. El ere es una poceta en
el cauce del barranco que las escorrentías la han llenado de arena fina y agua;
la arena retiene el agua, evita su rápida evaporación; para obtenerla bastaba
con escarbar un hoyo y esperar que el agua se clarificase antes de recogerla.
Asimismo se limpiaba la ropa en unos
lavaderos que existían en Las Mesas y en Las Madrigueras, agua continua que se
recogía de las atarjeas que discurrían por esos lavaderos y que después se
utilizaban para el riego, en el caso de Las Mesas para tomates y en Las
Madrigueras para tomates y plátanos.
A lavar se iba con toda la ropa de la casa, que no era
mucha. En muchos casos se llevaba la comida, unas pelotas de gofio, algo de
pan, de queso y hasta pescado salado se llevaba cuando se iba a Las Mesas, y
allí calentarlo y arrugar papas mientras lavaban y esperaban que se secara la
ropa. A lavar se iba, en muchos casos, con todo la chiquillería de la casa; y
allí esperaban, entre juegos a que se secara, incluso, la muda que habían
llevado puesta.
BRITO, Marcos: Los Cristianos
1900-1970. Vida cotidiana y fiestas populares. Llanoazur ediciones
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