Colores del Sur 14. Jarea de vieja
Imagen en la que se aprecia los inicios del proceso
para la obtención de la jarea de vieja. Múltiples colores rojizos, tonalidades
brillantes en la piel de este ejemplar; carne densa, blanquecina con ligeros
matices que van del rojo al azul. Que una vez seca se torna de infinitos
canelos con visos rojizos y azulados.
El pescado que no se consumía o comercializaba en los
primeros momentos había que conservarlo en forma de jareas o seco, sobre todo
al aumentar las capturas con la utilización de chinchorros, traiñas o
salemeras. Se jareaba casi todo tipo de pescado, sobre todo de caballas y
sardinas, pero también de viejas, las más apreciadas, e incluso de morenas.
Como apunta Leopoldo Díaz, pescador de Los Cristianos, antes desde el peje
verde al mero había que rajarlo. El
procedimiento a seguir es abrir el pescado por las ventrechas, en la mayoría de
los casos, o por el lomo sí eran fulas o sardinas, al igual que las morenas
que se alañaban por el alto cerro.
Se coloca en sal de hoy pa mañana o de la mañana pa la noche, después se lava y se tendían al sol, a lo largo de
la costa o en las liñas de tender la ropa. Para consumirlas en los días
siguientes con un día de sol es suficiente, a estas jareas se les denominan frescalitas. Si se quiere conservar más tiempo se deja dos o
tres días al sol, dependiendo del grueso del pescado y de su intensidad. Sobre
jareas es el relato de la vecina de Playa de San Juan, María de la Luz Alonso
Santana: De un día para otro. Las cogían hoy, las abríamos hoy, las
salábamos, si yo no estaba, mi marido, las dejábamos como dos horas con sal, se
lavaban bien lavaditas y después toda la tarde al sol y antes de oscurecerse se
recogían para llevarlas al otro día a vender, iban frescalitas, secas no, esas
jareas que vemos secas, no, frescalitas.
Fotografía: Jarea de vieja. Elaborada por mi madre, Teresa
Martín Melo. Los Cristianos, 2006.
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