Andrés Marcelino Ramos. Félix Sierra Melo. Juan Melo Tavío.
Florencio Marcelino Valentín.
Alejo Brito Mora. Rufino Marcelino Ledesma.
Manuel García Sierra. Vicente Brito Mora
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El 15 de agosto de 2013 se formalizó la “II edición
de los premios Player@s”, promovida por
la “Asociación Sociocultural Los Artistas de Los Cristianos”. Este
reconocimiento recayó en el colectivo de los pescadores de Los Cristianos, que
estuvo representado por ocho de nuestros “viejos” que han dedicado su vida a la
mar.
La zona costera, que fue de bajíos y de charcos, de
lapas y de sal, de marcas y pescadores, era fuente de recursos como complemento
a la dieta alimenticia. Su aprovechamiento, por los habitantes de las
medianías, ya se realizaba de manera esporádica, desde antes de la conquista de
las islas, por sus antiguos habitantes los guanches. Este bajar ocasional,
sobre todo en la época estival, se tornó estable con el paso de los años,
estableciéndose el núcleo costero de Los Cristianos.
En Los Cristianos, a finales del siglo XVIII se tiene
constancia de la existencia de las dos primeras casas. Así se describe en el Derrotero
y descripción de las Islas Canarias
de José Varela y Ulloa, con referencia al año de 1788: la playa donde
atracan los barquillos de remos, y donde hay siempre de 3 a 5 barquillos de
pescar, a la orilla del mar se hallan dos casitas de labradores. Pero no es hasta mediados del siglo XIX cuando se
tienen noticias sobre el asentamiento de población permanente.
En Los Cristianos, en 1865, habían 3 edificios de un
piso, uno de dos y una choza, y que los habitaban tres vecinos. En el
Nomenclátor de 1888 los edificios ya llegaba a 29, a los que se le añadía una
choza o cueva. Aún así no es hasta finales de este siglo y comienzos del veinte
cuando este núcleo pesquero se consolida. En el Nomenclator de la Provincia
de Canarias, con referencia al 31 de
diciembre de 1900, el número de edificios existentes era 39 de una planta y 1
de dos plantas, y una población de hecho de 77 personas, para un total en Arona
de 1.971, aumentando su población hasta las 283 personas en 1920.
Desde mucho antes de la segregación, según documenta
Carmen Rosa Pérez Barrios en La historia de Arona (Ayuntamiento de Arona, 1996), de Arona de Vilaflor,
acaecida en 1798, se tiene
constancia, a través de los diversos padrones de habitantes, de la existencia
en los pagos de La Hondura, Túnez, Beña, Arona o en el Valle de San Lorenzo, de
la profesión pescador o barquero, como así consta en el Censo de Población de Vilaflor de 1779. Pescadores que se
acercaban por temporadas a la costa de Los Cristianos y de Las Galletas, y que
con el paso de los años fueron habitando estos dos núcleos costeros.
A través de diversos censos electorales, en los que
se recogen solamente los varones mayores de 26 años, podemos ir comprobando
como la especialización en las artes de la pesca propició un acercamiento a la
costa, que cada vez se iba dilatando en el tiempo hasta hacerlo definitivo.
En el Censo Electoral rectificado en 1897, residían
en Los Cristianos, Ignacio Hernández Santana. Antonio y Domingo Marcelino
Serafín. José Marcelino. José Ramos Siverio, todos de profesión pescador.
Según el censo electoral de Arona, a 10 de abril de
1904, nos aporta una lista mayor de los pescadores que residían en Los
Cristianos. Entre paréntesis hemos añadido donde residían con anterioridad, si
no era en Los Cristianos, y su oficio. Juan Brito González. Domingo Díaz
Barrios. Aquilino Díaz Domínguez (en 1897 residía en el Pueblo y de profesión
pescador). Domingo Díaz Domínguez (Casitas, jornalero). Román Domínguez Melo
(Tunes, pescador). Agustín Melo Cabeza, (Valle, jornalero). Juan Melo Díaz
(Casas, pescador). José Melo Martín. Francisco Melo Fumero. Eliseo Melo Martín.
Martín Melo Villareal. José Ramos Siverio. Ignacio Santana López. Diego Santana
Ramos. Victoriano Sierra Tavío y Lázaro Tavío Brito (Valle, jornalero).
El resto de los varones, mayores de 26 años, que
recoge este Censo eran: Prudencio Alayón García, propietario (Sabinita,
jornalero). Agustín Alayón Gómez, jornalero. Domingo Barrios Barrios,
comerciante (Pueblo, jornalero). Antonio Brito Risco, propietario (A. Risco
Brito, Tunes, propietario). Leoncio Díaz Domínguez, jornalero. Francisco Fumero
Sierra, jornalero. Manuel Ledesma García,
jornalero. Antonio Melo Martín, jornalero (Pueblo, jornalero). Juan Melo
Martín, propietario (Tunes, propietario). José Martín González, propietario
(Tunes, propietario).. Antonio Melo Cabeza, jornalero (Valle, jornalero). José
Martín Rodríguez, jornalero. José Pomes Valls, escribiente. José Rivero Melo,
jornalero (Pueblo, jornalero). Manuel Ramos Rivero, comerciante. Ramón Rivero
Melo, jornalero (Pueblo, pescador). Pedro Tavío Melo, propietario (Valle,
propietario). Graciliano Valentín Domínguez, propietario. Francisco Sierra
Tavío, jornalero.
La pesca, además del marisqueo, se realizaba de
costa, a caña o con el aprovechamiento de diversos charcos, donde en la pleamar
entraba el pez y en la bajamar, al bajar el nivel del mar, algunos se quedaba
en su interior, aprovechando este momento para su captura. Algunos de estos
eran: El Charco del Marqués en la costa de El Camisón; el de Las Lisas, en la
Playa de la Carnada; o el Charco del Lino, en Los Cristianos.
A la pesca se iba también en barca, como así consta
por los menos desde el siglo XVIII, a remo y a vela, barcas ligeras, de 6 ó 7
metros, con 2 ó 4 remos Vela, madera y mar, siempre la mar, diálogo fluido que
se rompe con la llegada, a mediados de la década de los treinta, de las
primeras adaptaciones de motores de camiones y coches. Pero fue a partir de los
años cincuenta cuando se pluralizó la utilización de pequeños motores marinos.
Una mar cercana a la que se iba en esos pequeños
barcos, en palabras de nuestro querido amigo Leopoldo Díaz Tavío, y sirva su
nombre de recuerdo a nuestros fallecidos, esos que abrieron caminos y se llevan
un poquito de lo que hemos sido. Cuando había viento de abajo pescaban
parriba y cuando había viento de arriba se largaban pabajo. Parriba
no solían ir más allá de Montaña Roja y pabajo lo normal era pescar en la mar de Adeje y en algunos casos hasta Teno. Se iba en busca de
esos puestos donde mejor pescado se podía traer a tierra, puestos con nombres
pronunciados por la melodía de los marullos de septiembre: Beril, Cienfias,
Alto del Cariseo, Sabina, Piedra del Pico, Bajonitos, Alto Salema o Cabrial.
Documentación:
BRITO,
Marcos: Los Cristianos 1900-1970. Vida cotidiana y fiestas populares. Llanoazur ediciones
BRITO, Marcos: Marchantas o pescadoras en Arona. Llanoazur ediciones
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