sábado, 17 de agosto de 2013

Reconocimiento a los pescadores de Los Cristianos. II edición de los premios Player@s

 
 
Andrés Marcelino Ramos. Félix Sierra Melo. Juan Melo Tavío. Florencio Marcelino Valentín. 
Alejo Brito Mora. Rufino Marcelino Ledesma. Manuel García Sierra. Vicente Brito Mora

El 15 de agosto de 2013 se formalizó la “II edición de los premios Player@s”, promovida por la “Asociación Sociocultural Los Artistas de Los Cristianos”. Este reconocimiento recayó en el colectivo de los pescadores de Los Cristianos, que estuvo representado por ocho de nuestros “viejos” que han dedicado su vida a la mar.

La zona costera, que fue de bajíos y de charcos, de lapas y de sal, de marcas y pescadores, era fuente de recursos como complemento a la dieta alimenticia. Su aprovechamiento, por los habitantes de las medianías, ya se realizaba de manera esporádica, desde antes de la conquista de las islas, por sus antiguos habitantes los guanches. Este bajar ocasional, sobre todo en la época estival, se tornó estable con el paso de los años, estableciéndose el núcleo costero de Los Cristianos.
En Los Cristianos, a finales del siglo XVIII se tiene constancia de la existencia de las dos primeras casas. Así se describe en el Derrotero y descripción de las Islas Canarias de José Varela y Ulloa, con referencia al año de 1788: la playa donde atracan los barquillos de remos, y donde hay siempre de 3 a 5 barquillos de pescar, a la orilla del mar se hallan dos casitas de labradores. Pero no es hasta mediados del siglo XIX cuando se tienen noticias sobre el asentamiento de población permanente.
En Los Cristianos, en 1865, habían 3 edificios de un piso, uno de dos y una choza, y que los habitaban tres vecinos. En el Nomenclátor de 1888 los edificios ya llegaba a 29, a los que se le añadía una choza o cueva. Aún así no es hasta finales de este siglo y comienzos del veinte cuando este núcleo pesquero se consolida. En el Nomenclator de la Provincia de Canarias, con referencia al 31 de diciembre de 1900, el número de edificios existentes era 39 de una planta y 1 de dos plantas, y una población de hecho de 77 personas, para un total en Arona de 1.971, aumentando su población hasta las 283 personas en 1920.
Desde mucho antes de la segregación, según documenta Carmen Rosa Pérez Barrios en La historia de Arona (Ayuntamiento de Arona, 1996), de Arona de Vilaflor, acaecida en 1798,  se tiene constancia, a través de los diversos padrones de habitantes, de la existencia en los pagos de La Hondura, Túnez, Beña, Arona o en el Valle de San Lorenzo, de la profesión pescador o barquero, como así consta en  el Censo de Población de Vilaflor de 1779. Pescadores que se acercaban por temporadas a la costa de Los Cristianos y de Las Galletas, y que con el paso de los años fueron habitando estos dos núcleos costeros.
A través de diversos censos electorales, en los que se recogen solamente los varones mayores de 26 años, podemos ir comprobando como la especialización en las artes de la pesca propició un acercamiento a la costa, que cada vez se iba dilatando en el tiempo hasta hacerlo definitivo.
En el Censo Electoral rectificado en 1897, residían en Los Cristianos, Ignacio Hernández Santana. Antonio y Domingo Marcelino Serafín. José Marcelino. José Ramos Siverio, todos de profesión pescador.
Según el censo electoral de Arona, a 10 de abril de 1904, nos aporta una lista mayor de los pescadores que residían en Los Cristianos. Entre paréntesis hemos añadido donde residían con anterioridad, si no era en Los Cristianos, y su oficio. Juan Brito González. Domingo Díaz Barrios. Aquilino Díaz Domínguez (en 1897 residía en el Pueblo y de profesión pescador). Domingo Díaz Domínguez (Casitas, jornalero). Román Domínguez Melo (Tunes, pescador). Agustín Melo Cabeza, (Valle, jornalero). Juan Melo Díaz (Casas, pescador). José Melo Martín. Francisco Melo Fumero. Eliseo Melo Martín. Martín Melo Villareal. José Ramos Siverio. Ignacio Santana López. Diego Santana Ramos. Victoriano Sierra Tavío y Lázaro Tavío Brito (Valle, jornalero).
El resto de los varones, mayores de 26 años, que recoge este Censo eran: Prudencio Alayón García, propietario (Sabinita, jornalero). Agustín Alayón Gómez, jornalero. Domingo Barrios Barrios, comerciante (Pueblo, jornalero). Antonio Brito Risco, propietario (A. Risco Brito, Tunes, propietario). Leoncio Díaz Domínguez, jornalero. Francisco Fumero Sierra, jornalero. Manuel Ledesma García,  jornalero. Antonio Melo Martín, jornalero (Pueblo, jornalero). Juan Melo Martín, propietario (Tunes, propietario). José Martín González, propietario (Tunes, propietario).. Antonio Melo Cabeza, jornalero (Valle, jornalero). José Martín Rodríguez, jornalero. José Pomes Valls, escribiente. José Rivero Melo, jornalero (Pueblo, jornalero). Manuel Ramos Rivero, comerciante. Ramón Rivero Melo, jornalero (Pueblo, pescador). Pedro Tavío Melo, propietario (Valle, propietario). Graciliano Valentín Domínguez, propietario. Francisco Sierra Tavío, jornalero.
La pesca, además del marisqueo, se realizaba de costa, a caña o con el aprovechamiento de diversos charcos, donde en la pleamar entraba el pez y en la bajamar, al bajar el nivel del mar, algunos se quedaba en su interior, aprovechando este momento para su captura. Algunos de estos eran: El Charco del Marqués en la costa de El Camisón; el de Las Lisas, en la Playa de la Carnada; o el Charco del Lino, en Los Cristianos.
A la pesca se iba también en barca, como así consta por los menos desde el siglo XVIII, a remo y a vela, barcas ligeras, de 6 ó 7 metros, con 2 ó 4 remos Vela, madera y mar, siempre la mar, diálogo fluido que se rompe con la llegada, a mediados de la década de los treinta, de las primeras adaptaciones de motores de camiones y coches. Pero fue a partir de los años cincuenta cuando se pluralizó la utilización de pequeños motores marinos.      
Una mar cercana a la que se iba en esos pequeños barcos, en palabras de nuestro querido amigo Leopoldo Díaz Tavío, y sirva su nombre de recuerdo a nuestros fallecidos, esos que abrieron caminos y se llevan un poquito de lo que hemos sido. Cuando había viento de abajo pescaban parriba y cuando había viento de arriba se largaban pabajo. Parriba no solían ir más allá de Montaña Roja y pabajo lo normal era pescar en la mar de Adeje y en algunos casos hasta Teno. Se iba en busca de esos puestos donde mejor pescado se podía traer a tierra, puestos con nombres pronunciados por la melodía de los marullos de septiembre: Beril, Cienfias, Alto del Cariseo, Sabina, Piedra del Pico, Bajonitos, Alto Salema o Cabrial.

Documentación:
BRITO, Marcos: Los Cristianos 1900-1970. Vida cotidiana y fiestas populares. Llanoazur ediciones
BRITO, Marcos: Marchantas o pescadoras en Arona. Llanoazur ediciones

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