Con la soledad de un membrillero,
con la soledad de su único fruto. Entre pinares y parras, entre aislamientos
por abandono, entre negruras de fuegos y desidias, se muestra la esperanza, el
colorido, la frescura del fruto.
Desde las faldas de la Montaña de
doña Cándida, al Norte de los Llanos de Trevejos. Vilaflor
Fotografía: octubre, 2013
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