Vilaflor. Década de 1920 |
23 de abril. Día del libro
Primeras celebraciones en el Sur de Tenerife
En España se instaura la celebración de la Fiesta del Libro
en 1926, en octubre, pero fue en 1930 cuando se establece definitivamente la
fecha del 23 de abril como Día del Libro, tomándose por ser el del
fallecimiento de Cervantes y Shakespeare. En esos primeros años se registraron
diversas celebraciones del Día del Libro en el Sur de Tenerife, y sobre todo
proliferaron en el período de la II República Española.
En julio de 1927 se trata por la Corporación Municipal de
San Miguel de Abona, con vista a su conmemoración en octubre de ese año pero se
deja sobre la mesa ya que hay suficiente
tiempo de acordar la forma de celebrarlo, y adquisición de los libros que
estime oportunos y precisos la Corporación; pues por el momento, no está la
misma en condición económica de hacerlo. Y se devuelven 49 libros que se habían remitido desde el Patronato de Buenas lecturas de Madrid, ya que no existían fondos para
abonar las 100,80 pesetas de su coste.
En abril de 1932 hay constancia de esta conmemoración
en Vilaflor, comos así se refleja en un Pleno Municipal de ese mes, en el que
se atiende la petición del maestro Leopoldo Anguiano González, para ayudar a
los gastos que origine la Fiesta del Libro que proyecta celebrar el día
veintitrés del mes actual; se acordó librar la suma de cien pesetas que figura
consignada en el presupuesto aprobado para el corriente año a este objeto.
Granadilla de Abona. c. 1890 |
Asimismo se celebró en Granadilla de Abona el 23 de
abril de 1933, que tal como apuntaba la maestra Rosa Ardébol era la primera vez
que se efectuaba en este pueblo. Nos hemos reunido aquí, queridos niños,
para solemnizar de un modo grato un acontecimiento imprevisto para vosotros, y
que por ser la primera vez que se celebra en Granadilla, deseo quede grabado de
un modo indeleble en vuestros tiernos corazones.
Y ante esos escolares reflexiona sobre el libro,
deliberaciones vigentes en cualquier momento y lugar: Los libros que lleváis
en las carteras al encaminaros a la Escuela no deben ser instrumentos
mecánicos, para abrirlos o cerrarlos a la voz del maestro, sino una cosa viva,
cuyo contenido dé lugar a oportunas y frecuentes reflexiones y preguntas. Amad
a los libros, conservadlos y atendedlos con amor. Buscad en los libros emociones,
placeres, alegrías. La lectura deja huella amarga o suave, ardiente o apacible,
conmueve y arranca lágrimas y sollozos. En cada página que se lee se hallan
átomos resplandecientes que van a reflejar su luz en nuestro cerebro.
Inconscientemente se va adquiriendo un caudal de instrucción y de experiencia
que no es dable imaginar y luego cobraréis tanto amor al estudio que al fin y
al cabo se convierte en verdadera pasión. Y aún hallaréis otra ventaja: la de
que os acostumbraréis a reflexionar mejor y al cuidado de hablar y escribir con
mayor esmero.
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