José Martín Melo, José el Chico, carpintero de ribera, vecino de Los Cristianos, en
cuyo lugar nació en 1904 y falleció en 1978, es hijo de Carolina Melo Cabeza y
de José Martín Rodríguez, José Artista, y cuyo nombrete proviene para diferenciarlo de su padre, ambos José.
Las actividades a las que se dedicó José el Chico se relacionan con la pesca, trabajó en diversas
fabricas conserveras de pescado, y la carpintería. Colaboró activamente en la
construcción de la Ermita de Nuestra Señora del Carmen, bendecida el domingo 19
de Octubre de 1924; además se encargó de la obra de carpintería de la
sacristía, efectuada en 1932. En 1930 se casa con Eulalia Melo Alayón, hija de
José Melo Cabeza, El Rubio, y María
Alayón Gómez, María Celestina, y
fueron llegando los hijos: Teresa, José, Araceli, Carmen y Loli Martín Melo.
Colaboró, junto con otros miembros de su familia, en
la construcción y en arreglo de diversos barcos que fueron utilizados para la
pesca, para diversos lugares del Sur de Tenerife; o por su familia, como el Carolina, San José, el Manolo o la Angelita, y el motovelero Atlántico, primer barco de estas características, mayor de
trece metros de eslora, que se construyó en Los Cristianos, y en cuya labor
participa activamente. Su construcción se realiza en los años de 1947 y 1948,
su año de inscripción. A la orilla de la mar, a los pies de la carpintería de
la familia, con la proa mirando a la mar, creció el Atlántico, a golpes de hacha, a ritmo de cerrote, cepillo y
clavos. Su buen hacer en la carpintería también queda reflejado en la
construcción de la Ermita de Nuestra Señora del Carmen, que se bendijo el 19 de
octubre de 1924. Asimismo realizó estas labores en la construcción de la
sacristía, en 1932. En estas tareas también se le recuerda en Vilaflor, a cuyos
montes se trasladaba, a pie, para buscar las maderas adecuadas, con ligeras
curvaturas, para la proa, la popa o las cuadernas.
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Construcción del Atlántico. José Martín Melo se encuentra al costado del barco, en el centro de la imagen |
Permítaseme extraer una respuesta de su hija, mi
madre, Teresa, en una entrevista que le realizó mi hija Claudia, y que versa
sobre su tarea en la carpintería: Mi padre iba al monte a buscar la madera,
llevaba una sierra cortaba los maderos y después iba un camión a buscarlo, y lo
demás, las tablas y eso lo traían de Santa Cruz. Mi padre también hacía las
cajas para los muertos, forradas con tela negra. Que antes se llevaba al hombro
desde las casas a la Iglesia y después se llevaba al hombro hasta donde le
decían Valero y de allí en un
camión hasta el cementerio de Arona. Mi padre hacía muchas cosas de madera,
hacía barcos, muebles, hacía ventanas, puertas y todo lo que era de
carpintería, mi padre era muy fino trabajando en eso.
En estos quehaceres se produjo un accidente, en el
que se amputó diversos dedos con una sierra mecánica, y que según consta en el
informe, emitido por el médico Manuel Cabrera y fechado en mayo de 1944, se
expone que José Martín Melo, de oficio carpintero de rivera, el cual
presentaba amputación completa de los dedos pulgar, índice y medio de la mano
izquierda, por la articulación metacarpofalángica.
En Los Cristianos se le recuerda como componente del
grupo de folklore que bailaba en la procesión de la Virgen del Carmen, desde
1924. José Martín Melo, José el Chico, fue uno de los miembros fundadores de la primera Danza de las Cintas
que era la que encabezaba la procesión de las imágenes de la Virgen del Carmen
y de San José. Como así consta en el primer programa de estos festejos, cuando
el 19 de octubre de 1924 se efectúa la procesión terrestre marítima, a la que
acompañará una danza regional, bailada por jóvenes de dicho puerto. Esta
danza de las cintas, se bailaba primeramente a ritmo de polka, y después al son
de la isa. Bajo la batuta de José Melo Martín, Pepe Melo, entre los primeros componentes también se
encontraban: José Díaz Melo, quien aguantaba el palo; los bailadores, Antonio
Melo Melo, Aurelia y Rosario González, Aquilino Melo, Eloy Melo, Pilar Mora
Cruz o María Pérez; y los tocadores, Eustaquio y Luis Domínguez León, Juan
Melo, Nicomedes Martín Melo, Anselmo Melo, El Fula, Juan Alayón o Manuel Fraga.
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Bailando con Pilar Mora, componente de la Danza de las Cintas, en un acto de los festejos de Los Cristianos |
En la década de los años treinta, en el período de la
Segunda República Española, perteneció a la Federación Obrera de Arona y fue
miembro de la Corporación Municipal en dos ocasiones. En primer lugar como
miembro de la Comisión Gestora que toma posesión el 3 de febrero de 1933 y está
hasta, la toma de posesión de los concejales electos en los comicios del 23 de
abril, el 10 de mayo de ese mismo año. Y en el segundo periodo, entre el 22 de
marzo y el 23 de abril de 1936, en el cual fue vocal en la Comisión de
Gobernación y Sanidad. Ello le originó, con la llegada de la Guerra Civil
Española y la dictadura, algún disgusto y algunos golpes.
Su vinculación laboral siempre ha estado anclada en la
mar, en la pesca, en la construcción de barcos de cabotaje y en las conserveras
de pescado, como la de Lloret Llinares s.l., instalada en Playa de San Juan, a
cuyo lugar se traslada a comienzo de la década de 1950. Asimismo trabajó, en la
década de 1960, en la conservera de Eloy García García, en Los Cristianos. Y
continúo, aún en la vejez, colaborando en la construcción de barcos de pesca.
El que esto redacta fue el primer nieto de José el
Chico. Un viejo Quijote que en la
infancia me contaba episodios de la mar y de la vida, de los alrededores por
los que transitó, del saber escuchar, del respeto, del que no todo vale. Me
enseñó el valor de la palabra. Me inculcó la lectura a través de las novelas
del oeste, momentos en los que pasé del Capitán Trueno o El Jabato a las
leyendas de Marcial Lafuente Estefanía o de Francisco González Ledesma, con el
seudónimo de Silver Kane.
A su regazo llegué una mañana de un 22 de enero, la
misma fecha de su nacimiento, 53 años antes. Y aquí continúo, a su resguardo
desde la cuna que construyó para sus hijos, y en la que después acomodé mis
primeros sueños. Y aquí continúa, anudado a la memoria de su pasión, la de ese
arte que inició vinculado a la pesca, carpintero de ribera.
Documentación: BRITO, Marcos: Los Cristianos 1900-1970. Vida cotidiana y fiestas populares. Llanoazur ediciones
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