lunes, 26 de agosto de 2013

José Martín Melo, JOSÉ EL CHICO, carpintero de ribera






 
  José Martín y Eulalia Melo


José Martín Melo, José el Chico, carpintero de ribera, vecino de Los Cristianos, en cuyo lugar nació en 1904 y falleció en 1978, es hijo de Carolina Melo Cabeza y de José Martín Rodríguez, José Artista, y cuyo nombrete proviene para diferenciarlo de su padre, ambos José. Las actividades a las que se dedicó José el Chico se relacionan con la pesca, trabajó en diversas fabricas conserveras de pescado, y la carpintería. Colaboró activamente en la construcción de la Ermita de Nuestra Señora del Carmen, bendecida el domingo 19 de Octubre de 1924; además se encargó de la obra de carpintería de la sacristía, efectuada en 1932. En 1930 se casa con Eulalia Melo Alayón, hija de José Melo Cabeza, El Rubio, y María Alayón Gómez, María Celestina, y fueron llegando los hijos: Teresa, José, Araceli, Carmen y Loli Martín Melo.
Colaboró, junto con otros miembros de su familia, en la construcción y en arreglo de diversos barcos que fueron utilizados para la pesca, para diversos lugares del Sur de Tenerife; o por su familia, como el Carolina, San José, el Manolo o la Angelita, y el motovelero Atlántico, primer barco de estas características, mayor de trece metros de eslora, que se construyó en Los Cristianos, y en cuya labor participa activamente. Su construcción se realiza en los años de 1947 y 1948, su año de inscripción. A la orilla de la mar, a los pies de la carpintería de la familia, con la proa mirando a la mar, creció el Atlántico, a golpes de hacha, a ritmo de cerrote, cepillo y clavos. Su buen hacer en la carpintería también queda reflejado en la construcción de la Ermita de Nuestra Señora del Carmen, que se bendijo el 19 de octubre de 1924. Asimismo realizó estas labores en la construcción de la sacristía, en 1932. En estas tareas también se le recuerda en Vilaflor, a cuyos montes se trasladaba, a pie, para buscar las maderas adecuadas, con ligeras curvaturas, para la proa, la popa o las cuadernas.
Construcción del Atlántico. José Martín Melo se encuentra al costado del barco, en el centro de la imagen

Permítaseme extraer una respuesta de su hija, mi madre, Teresa, en una entrevista que le realizó mi hija Claudia, y que versa sobre su tarea en la carpintería: Mi padre iba al monte a buscar la madera, llevaba una sierra cortaba los maderos y después iba un camión a buscarlo, y lo demás, las tablas y eso lo traían de Santa Cruz. Mi padre también hacía las cajas para los muertos, forradas con tela negra. Que antes se llevaba al hombro desde las casas a la Iglesia y después se llevaba al hombro hasta donde le decían Valero y de allí  en un camión hasta el cementerio de Arona. Mi padre hacía muchas cosas de madera, hacía barcos, muebles, hacía ventanas, puertas y todo lo que era de carpintería, mi padre era muy fino trabajando en eso.
En estos quehaceres se produjo un accidente, en el que se amputó diversos dedos con una sierra mecánica, y que según consta en el informe, emitido por el médico Manuel Cabrera y fechado en mayo de 1944, se expone que José Martín Melo, de oficio carpintero de rivera, el cual presentaba amputación completa de los dedos pulgar, índice y medio de la mano izquierda, por la articulación metacarpofalángica.
En Los Cristianos se le recuerda como componente del grupo de folklore que bailaba en la procesión de la Virgen del Carmen, desde 1924. José Martín Melo, José el Chico, fue uno de los miembros fundadores de la primera Danza de las Cintas que era la que encabezaba la procesión de las imágenes de la Virgen del Carmen y de San José. Como así consta en el primer programa de estos festejos, cuando el 19 de octubre de 1924 se efectúa la procesión terrestre marítima, a la que acompañará una danza regional, bailada por jóvenes de dicho puerto.  Esta danza de las cintas, se bailaba primeramente a ritmo de polka, y después al son de la isa. Bajo la batuta de José Melo Martín, Pepe Melo, entre los primeros componentes también se encontraban: José Díaz Melo, quien aguantaba el palo; los bailadores, Antonio Melo Melo, Aurelia y Rosario González, Aquilino Melo, Eloy Melo, Pilar Mora Cruz o María Pérez; y los tocadores, Eustaquio y Luis Domínguez León, Juan Melo, Nicomedes Martín Melo, Anselmo Melo, El Fula, Juan Alayón o Manuel Fraga.
  Bailando con Pilar Mora, componente de la Danza de las Cintas, en un acto de los festejos de Los Cristianos

En la década de los años treinta, en el período de la Segunda República Española, perteneció a la Federación Obrera de Arona y fue miembro de la Corporación Municipal en dos ocasiones. En primer lugar como miembro de la Comisión Gestora que toma posesión el 3 de febrero de 1933 y está hasta, la toma de posesión de los concejales electos en los comicios del 23 de abril, el 10 de mayo de ese mismo año. Y en el segundo periodo, entre el 22 de marzo y el 23 de abril de 1936, en el cual fue vocal en la Comisión de Gobernación y Sanidad. Ello le originó, con la llegada de la Guerra Civil Española y la dictadura, algún disgusto y algunos golpes.
Su vinculación laboral siempre ha estado anclada en la mar, en la pesca, en la construcción de barcos de cabotaje y en las conserveras de pescado, como la de Lloret Llinares s.l., instalada en Playa de San Juan, a cuyo lugar se traslada a comienzo de la década de 1950. Asimismo trabajó, en la década de 1960, en la conservera de Eloy García García, en Los Cristianos. Y continúo, aún en la vejez, colaborando en la construcción de barcos de pesca.
El que esto redacta fue el primer nieto de José el Chico. Un viejo Quijote que en la infancia me contaba episodios de la mar y de la vida, de los alrededores por los que transitó, del saber escuchar, del respeto, del que no todo vale. Me enseñó el valor de la palabra. Me inculcó la lectura a través de las novelas del oeste, momentos en los que pasé del Capitán Trueno o El Jabato a las leyendas de Marcial Lafuente Estefanía o de Francisco González Ledesma, con el seudónimo de Silver Kane.
A su regazo llegué una mañana de un 22 de enero, la misma fecha de su nacimiento, 53 años antes. Y aquí continúo, a su resguardo desde la cuna que construyó para sus hijos, y en la que después acomodé mis primeros sueños. Y aquí continúa, anudado a la memoria de su pasión, la de ese arte que inició vinculado a la pesca, carpintero de ribera.

Documentación: BRITO, Marcos: Los Cristianos 1900-1970. Vida cotidiana y fiestas populares. Llanoazur ediciones

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