Vista general del acto del 16 de marzo de 1967 |
A finales de los años sesenta el Sur se fue
aproximando a Santa Cruz de Tenerife. Esa imperceptible vena de asfalto que
transcurre por las medianías se fue quedando pequeña para el trasiego de
personas y mercancías que realizaban el trayecto Sur-Capital. La Autovía del
Sur - Santa Cruz hasta el enlace con la carretera que une Arona con Los
Cristianos, que comenzó a construirse en 1967 y que plantó esa gruesa línea en
las cercanías de la costa, representó abrir el Sur al turismo y a la
agricultura.
La tardanza en establecer los planes de carreteras en
este Sur de la Isla siempre han tenido que soportar una larga ristra de años
para su ejecución. Esos viejos caminos de herradura, que transcurrían por las
medianías y las cumbres, se mantuvieron durante siglos sin apenas variación. La
carretera vieja, la Comarcal C-822, se inició en Santa Cruz de Tenerife en 1864
y no comienza a verse por Granadilla de Abona hasta la década de los años
treinta del siglo XX. Y no enlaza con Guía de Isora, a través de Tejina de
Guía, hasta la segunda mitad de los años setenta. Otro tanto hubo que
perseverar con el enlace de Icod a Guía de Isora, un proyecto de finales del
siglo XIX que no se termina hasta más de tres décadas después. Y así mismo sucede
con otras tantas vías de comunicación, como la que a través de Las Cañadas
enlaza La Orotava con Vilaflor; o los múltiples conexiones de las capitales
municipales con la costa, que sirvieron de avanzadilla para la carretera
general del Sur.
Y es en marzo de 1967 cuando se
iniciaban las obras de la Autovía del Sur, la posterior Autopista TF-1, con un
proyecto que se remonta a los comienzos de la década de los cincuenta. Fue
encargado en 1953 por el Cabildo Insular de Tenerife a los ingenieros Carlos
Hardisson y Juan La Roche. Esta nueva vía se incluyó en el Plan General de
Carreteras, aprobado en diciembre de 1961.
En 1967 se comienza su construcción desde dos
lugares, el de su inicio y el de su destino. Se inician las obras desde Los
Cristianos a Candelaria y de Santa Cruz a Candelaria. Y al mismo tiempo, en
esos comienzos de los cincuenta, sonaban tambores por el suroeste ya que no se
concluía el tal ansiado tramo de Adeje a Guía de Isora, para lo que se tiene
que llegar a finales de 1976 para ver terminado el puente que cruza el Barranco
de Erques y el tramo de unos seis kilómetros, entre Tejina de Guía y Hoya
Grande, en Adeje.
Al mediodía del jueves 16 de marzo de 1967 llegan
diversas autoridades a la zona donde en la actualidad se encuentra el cruce de
la autopista con la desviación a Los Cristianos. Ese día del comienzo de estas
obras se encontraban presente el Presidente del Cabildo Insular de Tenerife,
José Miguel Galván Bello; el Gobernador Civil, Mariano Nicolás García; el
Alcalde de Arona, Eloy García García, y una lista de autoridades, en las que
sobresalían un extenso numero de alcaldes de toda la Isla. La Banda de Adeje
amenizó este acto en el que se desplegó una pancarta de la Hermandad de
Labradores y Ganaderos de Arona solicitando que la autopista llevase el nombre
de José Miguel Galván Bello, y a quien se debía, en buena parte, la gestión
para que con esta vía no se produjese la tardanza de las citadas anteriormente.
Y después de unas palabras de las autoridades presentes, en las que se hizo
énfasis en la que se convirtió “una hermosa locura en realidad”, comenzaron a
funcionar las excavadoras, una vez que el párroco de San Antonio Abad de Arona,
Rubén Santana, bendijera el momento.
Inauguración de las obras, 16 de marzo de 1967 |
Para su ejecución se contemplaba que el tramo Santa
Cruz hasta Candelaria se ejecutase en un primer cuatrienio y el tramo de
Candelaria a Los Cristianos en tres cuatrienio más, vamos que hasta finales de
siglo, alargándose su utilización hasta la desesperación, tal como había
sucedido en la ejecución de las ya citadas obras oficiales. Pero desde el
Cabildo Insular de Tenerife se gestiona un plan de financiación, para el que se
le autorizó por parte del Ministerio de Obras Públicas, que consistió en
solicitar un préstamo con cargo al presupuesto aprobado, en ese comienzo de
obras sobrepasaba los mil trescientos millones de pesetas, sin contar las
expropiaciones. Haciéndose cargo la Corporación Insular del coste de los
intereses, de modo que pudiesen comenzar las obras en el tramo desde Los
Cristianos a Candelaria al mismo tiempo que la de Santa Cruz a Candelaria, con
lo que se inició a trabajar desde los dos puntos. Las obras se adjudican en
septiembre de 1966, el tramo de la capital hasta Candelaria a Dragados y
Construcciones; y el de Los Cristianos a la empresa francesa, Obras y
Construcciones Dumez.
La Autovía del Sur contaba con una longitud de 72,7
kilómetros, más de treinta menos que la carretera vieja, que se alargaba a los
104. Las curvas pasaron de las aproximadamente mil cien de la vieja carretera, muchas
de las cuales su radio era tan pequeño que dificultaba el transito de dos
vehículos a la vez, a las 54, que además se trazaban con un amplio radio. Atrás
quedaban las infinitos bajadas y subidas, bordeando los barrancos, para
transitar por una pendiente máxima del 5%. Contando con cuatro carriles en los
seis primeros kilómetros, con un ancho de 21 metros, y el resto dos carriles,
con 12 metros de anchura. Reduciéndose el tiempo empleado, que en el recorrido
anterior se sobrepasaba las tres horas y en este se ronda la hora. Y
multiplicando por seis la capacidad de trafico posible.
Y atrás quedó el paso por Taco, el transcurrir por la
Cuesta de las Tablas o ascender al Mirador de San Juan. En algún domingo del
verano de 1969 se abrió esta vía en su totalidad, de manera provisional. Pero
fue a finales de este mismo año cuando ya se podía circular por los tramos de
Santa Cruz a Candelaria y el de Los Cristianos a San Isidro, para ascender por
Chimiche y continuar por la carretera vieja hasta Candelaria. A comienzos de
1970 se le unió el tramo de San Isidro al Porís de Abona y ya al año siguiente
se podía recorrer en su totalidad.
Pero ahí sigue esa vieja carretera, tenue línea de
gris sobre la más alta gama de matices de ocres que se puedan contemplar, con su
lavado de cara, con nuevo asfalto, con alguna curva menos, pero marcándonos el
camino para la mejor entrada al Sur, la de sus medianías.
Bibliografía: Los Cristianos 1900-1970. Vida
cotidiana y fiestas populares.
Llanoazur ediciones
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