Hojas de parra. Colores en este Sur
Marcos Brito
Tomar el mirafondo cuando la necesidad aprieta, y empapar el ánimo en el interior de la mar, en pos de pescar las palabras con las que poder plasmar las emociones que afloran cuando se aprehende el Sur desde el Sur vivido, soñado, sin superfluos encajes, sin bagatelas. Allí atrapo un pasaje de Juan Ismael sobre un Sur ignoto, oculto, seco y pelado: Creo que lo más puro y genuino de las islas, está en el sur de Tenerife. La tierra es seca y la montaña pelada, los árboles son chatos y el mar es un detalle indispensable siempre, porque actúa siempre pegado al cielo y a la tierra.
En este Sur los colores se muestran con mayor agradecimiento, su tonalidad rompe la monotonía de la sequedad. La lectura del paisaje, poética colmada de luz y color. Colores del Sur, inagotables matices que se nos muestran al ir percibiendo el deslizamiento del tiempo y al contemplar su sobria belleza, la de las cambiantes perspectivas. Canelos, bermejos, ocres, verdes, .... sensualidad cromática que no deja indiferente al contemplador, se ama, sí o sí, o se reniega. No ha lugar para los amantes de la tiranía del verde.
Amanece en Los Calvaritos, Vilaflor. Luz que surge
por los lomos de la Montaña del Pozo. Generosa tierra que sostiene la tradición
vinícola con estas viejas parras. El otoño en su apogeo,
adquiriendo tonalidades parduscas, terrosas, reflejo de una tierra trabajada a
golpes de esfuerzo. Tierra,
marrón, parda, canela, llanuras pardas,
unamunescas que pensara Gutiérrez Albelo.
Hojas de parras con todos los colores de este Sur.
Bermejos, conjuntándose, allá cuando llega el umbral de la noche, con el Sol de los muertos aposentado en la Montaña de Guajara. O la infinita gama de ocres, esa tonalidad que nos envuelve. Ocres y lomas redondeadas, en las que se sustentó el progreso en este Sur, de las que a través de manos primorosas surgieron las imprescindibles paredes de moradas, de bancales. Ocres y agujeros en la tierra, profundas cuevas después de extender sobre la tierra ese salvador jable.
Y los verdes, cambiantes según el estado vegetativo de la parra, en estos momentos se van abandonando sus infinitos matices, antes de que la hoja se deposite en la tierra, cual abono para la próxima cosecha.


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