jueves, 15 de agosto de 2013

Pino de Ramonillo. Barranco de El Milagro. Vilaflor

 
  Pino de Ramonillo. Barranco de El Milagro. Vilaflor



“Vilaflor”. De Pedro García Cabrera

“Este no es pinar que tenga
tan sólo iguales dos pinos.
Sin miedo, fuertes y sanos,
se criaron desde niños
estos árboles que tienen,
más que cualquier individuo,
rasgos que sólo son suyos,
talantes tan inequívocos,
que cada uno podría
llevar nombre y apellidos.”

  Pino de Ramonillo
Y muchos de nuestros pinos portan denominación, como el conocido por el Pino de Ramonillo, por Ramón Rodríguez García, natural de Adeje y en cuyo Municipio nació en 1897. Residió durante décadas en Guayero, Vilaflor, en cuyo lugar, en las cercanías de su vivienda, existe un pino que se conoce por el Pino de Ramonillo, ya que Ramón Rodríguez trepaba por su tronco para mantenerlo limpio de ramas, tal como se conserva en la actualidad, un pino de más de treinta metros que ha crecido recto y con sólo pequeñas ramas hasta su copa. Ramón Rodríguez obtenía su sustento de la agricultura, en el acondicionamiento de huertas, además de otras muchas labores, en la carpintería o en la elaboración del carbón.
En el Padrón Municipal de Vilaflor, a 31 de diciembre de 1950, Ramón Rodríguez García se encuentra inscrito en Guayero, anotándose el año de 1897 como fecha de nacimiento, natural de Adeje y de profesión labrador; casado con Amalia Sierra Sierra, quien nació en 1897, natural de Arona. Para los dos se agrega que residen desde hace 30 años en Vilaflor. En la vivienda familiar habitan sus hijos: Ramón Rodríguez García, quien nació en 1932; y Dolores (1937) y Carmen Rodríguez Sierra (1940).
Ramón Rodríguez García, desde 1958 hasta su fallecimiento en 1978, habita en El Pino, en Arona.

Pino de los Llanitos o Pino del Descanso: Vilaflor



Pino de los Llanitos
Pino de los Llanitos o Pino del Descanso


“Vilaflor”. De Pedro García Cabrera

“Este no es pinar que tenga
tan sólo iguales dos pinos.
Sin miedo, fuertes y sanos,
se criaron desde niños
estos árboles que tienen,
más que cualquier individuo,
rasgos que sólo son suyos,
talantes tan inequívocos,
que cada uno podría
llevar nombre y apellidos.”

A este pino se le ha conocido desde siempre como el Pino de Los Llanitos, por su ubicación en el paraje de Los Llanitos, en cuyas cercanías aún quedan restos de vivienda y corrales de piedra seca. Pero la devoción que se profesa por el Santo Hermano Pedro le está llevando a que se conozca también como el Pino del Hermano Pedro. Asimismo desde tiempo inmemorial también es conocido por el Pino del Descanso, ya que en este lugar descansaba el Santo Hermano Pedro cuando subía con las cabras desde la costa de Granadilla de Abona hasta el Topo del Negro, Vilaflor, donde la tradición oral apunta que disponía de una pequeña casa de piedra seca.

José Trujillo y el Pino de los Llanitos
José Trujillo González, gran devoto del Hermano Pedro, relata el camino que seguía desde la cueva de El Médano hasta el Topo Negro. Ascendía por La Trujilla, por el Pino de las Cercas, iba por la Hoya del Marqués a Los Tableros, cogía por todo ese camino al Lomo Tieso y entraba al Pino de los Llanitos, allí descansaba, por eso el pino tiene el nombre del Pino del Descanso.

miércoles, 14 de agosto de 2013

Candelaria Melo Barrios, MORA, nombrete de Los Cristianos


 
  Candelaria Melo Barrios, Mora, la primera a la izquierda. Grupo de mujeres, en la conservera de pescado de Eloy García, en Los Cristianos, en tareas de limpieza de latas de atún.

A Candelaria Melo Barrios, Mora, este sobrenombre le proviene por ser bautizada cuando ya contaba con tres o cuatro años de edad, por lo que le comentaban a sus padres que la niña era una mora, al no estarlo a esa edad. Su hermana Armenia, Meña, recuerda que fue Cho Lázaro, la cogió así, tenía no se cuántos años ya, y dice: ay que te vas a quedar morita por que no te bautizan, y morita se quedó. Hace referencia al pescador Lázaro Tavío Paz.
Candelaria Melo Barrios, Mora, es natural de Los Cristianos, hija del pescador Manuel Melo Cabeza y de Ana Barrios García, en cuyo lugar se encontraba inscrita en el Censo de Población de Arona, a 31 de diciembre de 1920, con la edad de 5 años. Se casó con el pescador Antonio Melo Alayón, Tonero.

En la fotografía también se recoge a Amada Barrera García, segunda por la izquierda, y Angélica Barrera Garcia primera por la derecha.


Documentación: BRITO, Marcos: Nombretes en el Sur de Tenerife. Y Los Cristianos 1900-1970. Vida cotidiana y fiestas populares. Llanoazur ediciones


Valle de San Lorenzo. Arona. c. 1920


  Valle de San Lorenzo. c. 1920
 
La imagen del Valle de San Lorenzo nos retrotrae al comienzo de los años veinte. Obtenida desde la parte alta de El Almacigo, queda encuadrada por su izquierda por el Roque de Bento y a la derecha por el Roque del Conde. En ella podemos apreciar en su parte derecha, en primer plano, las casas de El Almacigo, a continuación la zona de El Toscal, con su era, y El Lomito. Desde la derecha hacia el centro se traza el camino hacia Chindia, el de Cáceres antes de llegar a las primeras casas de Chindia; a la izquierda La Calle; y a la derecha El Pinito, El Cabo. También se reconoce la zona de El Salonito; La Cabezada; Llano Mora.


Documentación: BRITO, Marcos: Valle de San Lorenzo. Imagen y memoria. Llanoazur ediciones

¿Dicen que mataron al marqués?… ¡Eso dicen!… 17 de agosto de 1840. Vilaflor

 

Alonso Chirino y del Hoyo

La conflictividad y los diversos pleitos mantenidos por la familia Soler, en defensa del mayorazgo que fundó Pedro Soler y María Cabrera en 1602, con vecinos de la comarca de Chasna, tuvo su punto álgido el 17 de agosto de 1840 cuando se cometió el asesinato de Alonso Fernando Chirino y del Hoyo Solorzano, séptimo Marqués de la Fuente de Las Palmas, coronel del Regimiento de Milicias de Abona.

En 1825, a la muerte de su padre Domingo Chirino, hereda el mayorazgo de los Soler y toma posesión de una extensa lista de propiedades en los municipios de Arona, Granadilla de Abona, San Miguel de Abona y Vilaflor. Poco más de año después inicia pleitos para tomar posesión de otras propiedades que reclamaba como propias al considerar que fueron detraídas de su mayorazgo. Por este extenso proceso, que sostuvo durante décadas y ganó, se granjeó enemistades en buena parte del Sur y con algunas de las grandes propiedades de Tenerife.

Este suceso lo relata Germán Fumero Alayón, el viejo vate chasnero, en un artículo publicado en 1932. Era el 17 de agosto de 1840. Caballero en su trotón de pura raza árabe salió don Alonso Chirino del Hoyo, marqués de la Fuente de Las Palmas, de su casa palacio de Vilaflor para dirigirse a los limítrofes pueblos de San Miguel y Granadilla.

Cuando Germán Fumero narra esa noche trágica, describiendo que regresaba ya muy tarde del pueblo de Granadilla. En este lugar, un amigo suyo, don Gregorio Francisco de Trías, -según cuenta la tradición que ha llegado hasta nosotros.- le aconsejó que pernoctara en su casa, tal vez influenciado por algún presentimiento de lo que luego iba a ocurrir.

Unos dos kilómetros antes de llegar a Vilaflor, en la Cruz de Juan Bello, se parapetaron bajo una higuera los que le dispararon a muerte. Zona que se conoce por la Hoya del Marqués y la Higuera del Marqués, ya desaparecida. Ya las sombras de la noche envolvían los matorrales, veredas y sitios en que se encontraban el marqués y su comitiva, que la componían los dos niños de que hablamos al principio, la madre de éstos y algunos servidores.

Súbitamente suena una descarga de fusilería. Cae el caballo, atravesado el pecho por proyectiles mortíferos y con su últimas palabras de ¡Salvad los niños!, cae también, a consecuencia de una segunda descarga mortalmente herido, el ilustre marqués.


  Hoya del Marqués. Vilaflor

Dacio Darias y Padrón anota una cita de Benítez Suazo en la que se especifica que fue asesinado por doce chasneros, que al pasar por el camino que iba de Granadilla para su casa de Vilaflor, con su criado y los dos chiquillos de la criada Pepa, le hicieron una descarga cerrada de fusiles y lo dejaron muerto a él y al caballo en que iba montado.

Intervino el Juzgado de La Orotava, al que se pertenecía en aquellos momentos, pero como añade Germán Fumero, nada, absolutamente nada se sacó en claro. La opinión pública atribuyó el hecho a los carabineros del Resguardo que en aquella época vigilaba los puertos y ensenadas de esta parte de la isla para evitar el contrabando y el alijo de tabaco, que hacía frecuentemente un buque velero que llamado ´El Místico`.

La tradición oral chasnera aún conserva en la memoria este suceso, tal como lo relata Angélica Dorta Pérez, esposa del cabrero Antonio García García. La higuera estaba en una hoya y allí fue donde mi Antonio me dijo que mataron al Marqués. Porque el Marqués dice que decía: si la copa es mía porque no es el ala también. Porque se cogía todo y lo estaban acechando. Mi Antonio dice que debajo de la higuera había un montón de cajas de sardinas, de la gente que lo estaba acechando, pa matarlo. Entonces tenían un espía de Las Mesas pallá, en la Montaña Colorada, y lo vio subir de Las Vegas parriba en el caballo, y un criado que tenía, negro, y entonces él vino y les avisó a los que estaban debajo de la higuera, por todos sitios, viene ya.

Y cuando llegó allí le dijeron al acompañante que llevaba: retírese. Dice: donde muere mi amo muero yo también. Pero le dieron unos fogonazos al caballo y él cuando vio que le tiraron al caballo, y lo mataron, traspusieron, y entonces acabaron con el Marqués.

Después tenían que ir de Vilaflor a La Orotava, a declarar.

Decían, a la gente que iba de Vilaflor: Dicen que mataron al Marqués.

Decían ellos: Dicen que lo mataron.

Dice: ¿Y quién lo dice? A usted se lo oigo.

Y diai no había quien  lo sacara. A usted se lo oigo. Pero ellos no decían lo mataron, ni lo mató fulano, ni lo mató mengano. Pero lo mataron porque se iba a coger todo, iba a dejar los pobres sin nada.

Y aún persiste la lapidaria frase: ¿Dicen que mataron al marqués?… ¡Eso dicen!…


Primera Ermita en El Roque, motivos y festejos

El Roque. Década de 1930

 
La peste colérica que azotó la isla en los últimos meses de 1893 causó diversos muertos en el Sur de Tenerife, siendo uno de los lugares más afectados el Valle de San Lorenzo, en Arona. Barrio aronero con el cual los vecinos de El Roque, en San Miguel de Abona, mantenían fuertes vínculos, sociales y económicos. En San Miguel de Abona se establece una Organización Sanitaria en previsión del desarrollo de la epidemia, así se constituyen una serie de normas para controlar el paso de los viajeros procedentes de otros lugares, proponiendo una casa aislada en El Roque como observatorio para toda persona que no circule con cédula sanitaria. Ante la proximidad de esta desgracia, estos vecinos prometieron a San Roque la construcción de una Ermita en su honor si la peste no llegaba a sus casas.
Fueron momentos de verdadera angustia, si ya eran pueblos abandonados con nula comunicación terrestre, aún más lo eran cuando ocurrían este tipo de  desgracias, para las que no disponían de medios para combatirlas. Así lo expresó el médico, natural de San Miguel de Abona, Juan Bethencourt Alfonso, cuando en estos meses de finales de 1893 se trasladó con su familia a Arona, con la intención de regresar de nuevo a Santa Cruz de Tenerife, donde la epidemia causaba estragos, y se encontró con la comarca sureña infectada y sin medios con los que remediar tal mal. ‘tan aislados y abandonados se vieron aquellos pueblos de las autoridades y sociedades benéficas durante un mes –en que se desarrolló y extinguió el cólera sin ningún género de recursos científicos- que tengo entendido no consta siquiera en las notas oficiales que estuvieron epidemiados.  

  El Roque. Década de 1930

Suponemos que las dificultades por los que se atravesaron en esos años de austeridad y miseria no se pudo cumplir esta promesa hasta pasado algunos años. Hubo que esperar hasta 1907 para ver terminada la Iglesia, levantada canto a canto con la participación de la totalidad de sus vecinos. El Roque era a comienzos del siglo XX el barrio más poblado de San Miguel de Abona, contando con un censo de 251 personas, en el casco ya sobrepasaban ligeramente los mil, que habitaban los 71 edificios de una planta y los 6 de dos plantas, de los que 69 estaban habitados permanentemente. No poseía escuelas, pero si una población escolar, veintidós, suficiente para ello. A finales del siglo XIX existían en este barrio dos tabernas, las de Braulio García Alfonso y la de Francisco González Delgado.
Como apunta Montserrat Alonso Díaz en la publicación: ‘Comenzamos a caminar. Creación de la Parroquia de San Roque’’ editado en el año de 2003, esta iglesia se construyó en un solar donado por el médico Luciano Alfonso Mejías, natural de San Miguel de Abona, y uno de los mayores contribuyentes del Municipio. ‘Se hallaba emplazada muy cerca de la actual, orientada hacia el norte y rodeada por una malograda plaza. La forma que adoptaba era de una sola nave en planta longitudinal, a la que se adosaba la sacristía, en el lado izquierdo de la cabecera’. Además apunta que poseía cubierta de madera, su portada de cantería formando un arco de medio punto, con techo a dos aguas y cubierto de tejas. Esta Ermita se mantuvo en pie hasta la década de los años sesenta cuando se edificó la actual. Constando como donante de la primera imagen de San Roque su esposa, Claudina Alfonso.
Impulsor de este proyecto, como otros tantos de este pueblo, fue el entonces cura de la Parroquia de San Miguel Arcángel, Norberto Álvarez González, natural de La Guancha, y que ejerció en esta Parroquia desde 1903 hasta 1912. Carmen Rosa Pérez Barrios en la publicación: `La historia de Arona`, da cuenta del escrito que este párroco remitió, con fecha 18 de mayo de 1907, al Obispado de Tenerife, en nombre de los vecinos de San Miguel para levantar una Ermita en el barrio de El Roque, en el que le exponían `que desde el año de mil ochocientos noventa y tres en que la mano de Dios castigó nuestra Ysla con el terrible azote de la peste colérica cuyo mal hizo grandes estragos en el vecino pueblo de Arona y especialmente en su pago del Valle, los expresados vecinos de este pueblo hicieron voto al glorioso San Roque, de levantar una Ermita bajo su advocación en el pago de su mismo nombre, distante del pueblo próximamente cuatro kilómetros y con un número de ochenta y nueve vecinos. Este voto lo hicieron como dios y su Santo no permitiera que la expresada peste les invadiera`.
Deseo que se materializa con la inauguración de la Ermita de San Roque el 16 de agosto de ese mismo año, y cuyo programa de actos fue recogido por el entonces corresponsal del diario `El Tiempo`, en San Miguel de Abona, Miguel Hernández Gómez. `El 16 de este mes se inaugurará y bendecirá una ermita edificada en el barrio del Roque bajo la advocación de San Roque, patrono de este barrio. Esta obra se debe al constante propagador del culto católico D. Norberto Álvarez, párroco de este pueblo, secundado con entusiasmo por el vecindario.
Con este motivo, y por ser día del mencionado Santo, tendrá lugar una animadísima fiesta, que promete estar muy concurrida. A las 8 de la mañana saldrá procesionalmente la santa imagen desde la parroquia hasta la ermita, donde se celebrará solemne función con sermón. Por la tarde habrá divertidos juegos recreativos y al anochecer se representarán públicamente la comedia moral “El calzón corto” y un juguete cómico, por aficionados; después se quemarán vistosos fuegos artificiales.
También es probable que una banda de música amenice estos actos`.
Son años donde los festejos se realizaban con pocos medios, alguna parrandas y bailes en las casas que tuviesen disponibilidades de espacio, una procesión por los alrededores de la Ermita y algunos fuegos artificiales. Rosario Delgado Hernández, nacida en El Roque en los primeros días de 1912, recuerda algunos de estos pormenores, algunos de los momentos por los que transcurrieron cuando ella era una niña. De la procesión apuntó que venía pacá, pa la Cruz, y después iba allá a la Cruz de Cha Juana, daba la vuelta y entraba a la Iglesia, porque no había sino el camino real, que es ese que va a Arona, después este por aquí y el del Roquito, no había más. Un recorrido de ida y vuelta por el camino real, con salida y llegada a la Iglesia, que en ese entonces estaba orientada al Norte, tal como se puede contemplar en las dos imágenes que acompañan a este artículo y que bien podrían ser de la década de 1930.
Doña Rosario, vecina de El Tapado, hurgó con cariño en esos recuerdos, y apuntó que lo que no podía ser baile porque no había plaza, sino darle vueltas allí, traían la música para la procesión, bailaban el baile de las cintas, pues eran seis hombres, José Feo era uno, mi hermano Ángel también, José Llarena Marrero que vivía aquí encima, seis hombres, señor Pepe González tocaba la guitarra. De las casas que tenían cuartos amplios, apropiados para organizar parrandas y bailes, estaban las de Silvino García, Sinencia García, Ambrosio Fraga, un salón de Miguel Hernández, y ‘un granero de don Alfonso en El Tapado’.
Dolientes motivos para erigir una Iglesia, promesa impregnada de padecimiento y tristeza, votos de alegría que caló hondo entre sus paredes de tosca y barro. Primeros festejos en honor de San Roque, Ermita en 1907, Parroquia en 2003, un largo camino recorrido, en casi su totalidad, por doña Rosario, con cuyos recuerdos el olvido se logra detener, con cuyas evocaciones logramos darle forma a esa historia no escrita, conocer un poco más de nuestro pasado, preservar nuestro patrimonio cultural.  

martes, 13 de agosto de 2013

El motovelero Atlántico

 
  Construcción del Atlántico, c. 1947

Al comienzo de la década de los años cincuenta la población del barrio de pescadores de Los Cristianos apenas sobrepasaba las novecientas personas, que habitaban 123 viviendas y 60 cuevas, además de otras 15 edificaciones para otros usos, según se anotan en el Nomenclator de 1950. La población crecía sin pausa, las viviendas iban en aumento tanto en calidad como en cantidad, las tiendas se iban multiplicando según las necesidades a cubrir. Los barcos que disponían estos pescadores eran pequeños, barcos ligeros de 6 ó 7 metros, con 2 ó 4 remos y a vela, cambiando su propulsión con adaptaciones de motores de camiones y coches, hasta que en esta década de los años cincuenta se pluralizó la utilización de pequeños motores marinos.
Es a finales de la década de los años cuarenta cuando el pescador José Martín Rodríguez, José Artista, quien ya tuvo otros pequeños barcos como los denominados, Carolina, San José o Bardino, construye el Atlántico, primer barco de estas características, mayor de trece metros de eslora, que se hizo en Los Cristianos. Y allí, a la orilla de la mar, se depositó la quilla, sostén del armazón; roda; cuadernas, cual esqueleto; tablas dando formas; calafateado y pintado antes de surcar rumbos en la mar.
Debió ser en la segunda mitad del año de 1947 cuando se comienza su construcción. Su permiso se solicita a la Comandancia de Marina con fecha de entrada del 6 de septiembre de 1947, pero por otros escritos que se entrecruzan entre la Comandancia de Marina y la Inspección de Buques, debió estar iniciada su construcción, ya que con fecha de octubre se informa de que se encuentra terminada la embarcación, con un coste de 60.000 pesetas en materiales y 20.000 en jornales. Así en febrero del año siguiente se notifica que la embarcación esta arqueada, con un peso de 19,44 toneladas, y que ya está instalado su motor. Registrándose ante el notario Lorenzo Martínez como declaración de obra nueva con fecha 17 de marzo de 1948.
Y allí, a la orilla de la mar, con la proa mirando a la mar, creció el Atlántico, a golpes de hacha, a ritmo de cerrote, cepillo y clavos. Así construyó el armador José Martín Rodríguez este barco que alargó su eslora hasta los 13,50 metros, con 3,70 de manga y 1,60 de puntal. Y en ese viejo lugar que en otros tiempos olvidados se denominó el Varadero de Acá, se le puede contemplar, a medio construir y donde se reconoce a unos de sus carpinteros, e hijo de José Artista, José Martín Melo, José el Chico

  El Atlántico y el embarcadero de Los Cristianos, c. 1950


El primer destino del barco fue el cabotaje entre La Gomera y Tenerife, transportando productos de exportación y mercancías de racionamiento. Y sobre todo es recordado por la presencia de su bella estampa en las procesiones marítimas en las fiestas de Ntra. Sra. del Carmen, como la del 3 de septiembre de 1950, cuando parte de su templo, recorriendo las calles principales y continuando por todo el litoral de la bahía, acompañadas por todos los vehículos que se encuentran en la localidad, hasta El Puertito, lugar en que serán embarcadas las sagradas imágenes en el motovelero Atlántico, acompañado en todo el recorrido marítimo por los botes y falúas del puerto, artísticamente engalanados, y quemándose durante el recorrido vistosos fuegos artificiales. La procesión desembarcará por el muelle de este puerto.
El contar con un barco de su altura supuso, para estos festejos, la introducción del concurso de las sortijas marítimas, y que en la actualidad poseen gran arraigo entre los pescadores playeros. No se ha podido precisar el año de su comienzo, pudo tener lugar a finales de los cincuenta o a comienzos de los sesenta, donde ya se cumplen las condiciones para su desarrollo al contar con un barco apropiado, el Atlántico, y con diversos barcos con motor.
  El Atlántico con su nueva cabina, c. 1958
En la segunda mitad de la década de los años cincuenta se le realizaron una serie de modificaciones y mejoras. Así en 1956 se le autoriza por el Comandante de Marina de la Provincia de Santa Cruz de Tenerife los trabajos de acondicionamiento para dedicarse a la pesca: una nevera con capacidad de siete toneladas; otra bodega para diez toneladas.; tanques para combustible y agua dulce; además de las mejoras en el casco, instalación eléctrica, etc. En junio de 1958 se da por terminada la instalación de un nuevo motor: BMC (British Motor Corporation), de 65/105 BHP, con 1500/2600 revoluciones por minuto, con una velocidad media de 7 millas por hora. Y en noviembre del mismo año se autoriza al cambio del puente por una camareta en cubierta de 5 metros de largo, 2,38 m. de ancho y 2,2 m. de alto. Con esta última adaptación se mejoran sus condiciones para la pesca en el banco pesquero africano, al que ya se había trasladado. Con fecha 5 de abril de 1971 esta embarcación pasa a ser propiedad del vecino de Santa Cruz de Tenerife, Filiberto Rosales Martín.
Más de veinte años surcó el Atlántico las aguas de este Sur tinerfeño, más de veinte años saliendo y entrado de la bahía de Los Cristianos, dedicado al cabotaje entre las islas, sobre todo entre La Gomera y Tenerife, y a la pesca. Su marinera estampa sobresalía, especialmente, con la llegada de las mareas de septiembre, esas que traen los festejos en honor de la Patrona de la mar; cuando el Atlántico, el barco de Los Artistas, se vestía de gala para conmemorar las fiestas en honor de la Virgen del Carmen y de San José. El domingo portaba la Imagen de la Virgen en la procesión marítima; el lunes era el día reservado para los lugareños, para los que era imprescindible el paseo costero en el Atlántico; y el martes sostenía el palo donde se enredan las cintas para la siempre reñida sortija marítima.    
 
  Documentación: BRITO, Marcos: Los Cristianos 1900-1970. Vida cotidiana y fiestas populares. Y Arona. Tradiciones festivas. Llanoazur ediciones