martes, 13 de agosto de 2013

El nombrete Marcial. Vilaflor

 
  Luis Dorta Tacoronte
En Vilaflor se encuentra una extensa familia a los que se les conoce por el apodo Marcial. Es una manera de diferenciar a los vecinos que portaban el mismo nombre, añadiéndosele al suyo propio el de su progenitor, como ocurre con el primero que se estima que lo porta, Francisco Dorta Herrera, Francisco Marcial, por ser hijo de Marcial Dorta y de Bárbara Herrera. Se desconoce si otros descendientes de este matrimonio se les menciona por este sobrenombre.
En el Censo de Población de Vilaflor, a 31 de diciembre de 1910, Francisco Dorta Herrera consta inscrito en El Calvario, contando con 66 años de edad y de profesión labrador, natural de Buenavista, y con 50 años residiendo en Vilaflor; casado con Carmen Tacoronte Fumero, vecina de Vilaflor, de 58 años y de profesión su casa. En esos momentos aún vivían en la vivienda familiar sus hijos: Benita, de 33 años de edad, y Luis Dorta Tacoronte, de 23 años. Un tercer hijo, José Dorta Tacoronte, ya residía con su familia en Santo Domingo, con 29 años y de profesión propietario.
A su descendencia, hasta las generaciones actuales, se les conoce por el apodo de Marcial. Benita Dorta Tacoronte, Benita Marcial, contrajo matrimonio con Graciliano Aponte Luis, y residían en El Calvario. José Dorta Tacoronte, José Marcial, estaba casado con Silveria Quijada Rivero, viviendo en Santo Domingo. Y Luis Dorta Tacoronte, Luis Marcial, con Amelia Fumero Lorenzo, habitando una vivienda en El Chorrillo.
Esta familia ha estado vinculada a la agricultura y a la ganadería. Francisco Marcial cuidó una pequeña manada de cabras, con corral en El Calvario. José Marcial poseyó manada en Vilaflor, para después trasladarse a Pino Redondo, Guía de Isora, y de regreso a su tierra dispuso de otra manada, además de ejercer de guarda del Sanatorio, en Las Cañadas del Teide, tal como apunta el cabrero Antonio García: Cuando José Marcial vino de Pino Redondo compró todo esto del Traste y puso a Cho Manuel Palomillo a cuidar las cabras. José compró unos camellos cuando se pegó hacer el Sanatorio de las Cañadas, entonces áhi fue donde él cogió la amistad y cuando se terminó el Sanatorio lo pusieron de guardián. 

  Paula Martín Quijada, Pedro Aponte Martín y Benita Dorta

Luis Marcial, como recuerda su hijo Agustín Dorta Fumero, mi padre siempre ha sido cabrero, tenía una manada de cabras que eran propias nuestras. Con anterioridad al nacimiento de Agustín, en 1923, tenía corral en El Chorrillo y frecuentaba la Cueva de la Quintera, en el Barranco de El Traste. En los años de la Guerra Civil se mantuvo unos dos años sin manada, hasta que adquiere un grupo de cabras en San Miguel de Abona y vuelve a cuidarlas en El Chorrillo, en ese tiempo las soltaba, le abría la puerta y ellas mismas iban pa la cumbre. También anduvo en estos menesteres en diversos pagos de Granadilla de Abona, estuvimos en Castro, en San Isidro y en Los Salones en Casa Blanca, y allabajo en Las Cuevas, por encima de Los Abrigos, que hay unas cuevas, allí teníamos corral y en Las Monjas, vivíamos en Los Salones, en Casa Blanca. En estos años subían a Galindo desde San Isidro, cuando era el tiempo de venir con las cabras pa Galindo, si eso la llevábamos pabajo pa Castro, cuando había hierba pa la costa nos íbamos pa la costa, cuando no, veníamos parriba. Según su hijo, se mantuvo en el cuidado de la manada de cabras hasta la década de los años cuarenta.

  Documentación: BRITO, Marcos: Nombretes en el Sur de Tenerife. Llanoazur ediciones

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