José Trujillo en labores de ordeño. Casa del Conde, 2001 |
En la mayoría de los casos
los nombres con los que se designaban a las cabras se basan en el color y
distribución de su pelaje, en la configuración de los cuernos, en su
morfología, en su procedencia o en su temperamento. En las denominaciones según
su coloración nos vamos a basar en los recuerdos y las experiencias que
atesoran tres cabreros: Salvador González Alayón (Arona, 1919-2012) Casimiro
Díaz Hernández (Vilaflor, 1923- Adeje, 2013. Residente en Taucho desde 1950) y
José Trujillo González (Vilaflor, 1927; en San Isidro desde 1962).
De ese color, como apunta
Salvador, que ha variado con el tiempo, algunos se han perdido, otros se han
renovado al mezclar los animales con otros de procedencias diversas: manadas
cercanas, del norte de la isla o de La Palma y Fuerteventura. Es que los
colores en el ganado han ido cambiando bastante, pero mucho, mucho, porque la
raza rociada como esa Serenada viene de Guargacho.
Casimiro Díaz con la Mosquita. Taucho, 2003 |
Los nombres más numerosos
provienen de su coloración, como la Amarilla, la Blanca, la Rubia. Por sus
combinaciones, como la Berrenda, negra y blanca. Borralla, un color entero
pero no es pardo tan oscuro, sino más blancuzco. Bibia, son tirando a
requemada pero después con unas pintas blancas. Chorche, son
requemadas por alto de las paletas, y algo así por alto del cerro y luego lo
otro amarillento. Majorera, se distingue la Majorera y la Chorche, porque la
Majorera es un color más a color garbanzo y después una pinta negra sobre el
anca, tiene también el cerro así. Lucera, un color entero y después tener unas
manchas blancas como la luna llena. Chispada, negra y poquitas chispas blancas en
el cuerpo.
Gayaá, negra, blanco por aquí debajo y algo por el pescuezo. Fore, le decíamos
nosotros, con el fondo canelo y lunares blancas, la del fondo negro y lunares
blancos berrenda. Josca, canela, un canelo más claro, más oscuro es guajiro. Zaraza, como apunta
Salvador: yo marcado por mi padre, en paz descanse, y mi tío Juan, que vía
aquellas cabras, pues la Zaraza y muchos son de nombres que le daba mi abuelo,
mi padre. Mi padre tenía una Zaraza. Era algo recolorado, la Zaraza era
recolorada pero no como la Encendida, un poquito más baja y negro sobre el anca.
Algunas veces estas
explicaciones nos recrean una mejor comprensión de la motivación para su
denominación, como la Palmita que relató José: Una blanca y de digo la
Palmita. Ese color palmito, blanco, ¿sabe por qué es?, yo creo que eso viene de
los palmitos de semana santa que daban antes unos palmitos blancos, ahora no,
pero antes mandaban de La Laguna, unos palmitos blancos, a Vilaflor. Y la
Palmita siempre a sido una cabra blanca.
La disposición de los
colores, componen formas un tanto caprichosas que han dado lugar a
designaciones según su apariencia, como la Careta, porque era parda y la
jocica blanca.
Faldiquera, porque tenía una mancha blanca en el muslo, era negra y la
faldiquera aquella. Sobre esta última añade Salvador: yo no las había visto, ni a mi
padre, pero después de que conocí esa que era de Guayero, pues nietas de esa
puse la Faldiquera.
Entre las cabras también
abundan los nombres elegidos por su parecido cromático con otros animales:
Cuervina, Gaviota, Villana, Agelilla, Hormiga, Cigarrona, Andoriña, Paloma,
Pardela, Cangreja o Palometa, por el pescado del mar, ya ves que la palometa
es blanquizca, y después tiene aquí en el alto un color tirando a molinero. O esa Falcona, por
halcón, que ha tenido José, con quien ha subsistido este arcaísmo, igual que
un falcón, un fore parda.
O con elementos vegetales,
como Cardona, una cabra como el cardón, morisca azuleada. Retama, moriscas del
color de la retama, del verde de la retama. Majapola, que tuviera un color algo
encendido, más bien tirando a un color rojizo. Hay una majapola blanca y tiene como el
fondo negro y lo demás como rosado, morado. Una cabra blanca con el cogote
negro la he puesto la Majapola.
Salvador González ordeñando a la Rubia. Cañada Verde, década de 1980 |
Asimismo surgen por su
semejanza con una piedra tradicional en elementos arquitectónicos o de
decoración, la Molinera, que procede de su parecido a la piedra molinera, como en
negro y pintas blancas. Y que da lugar a otras denominaciones, según la intensidad del
negro, como la Jabáa, que es un molinero más oscuro.
Su semejanza con el
concepto de luminosidad, como la Farola, apunta Salvador: era un pardo,
porque el pardo era bajito también y después aquellas manchas blancas tan
redondas. Mi padre la puso la Farola, sería por lo lucido que tenía aquellas
pintas blancas.
Así como ese momento tan poético que refleja la Nevada, es blanquisa con
pelos grises, como son las moriscas. Y la Nevada, el nombre de la Nevada viene
por la cumbre, por las retamas entre la nieve.
Asimismo se ha utilizado el
recurso de su mención por el recuerdo del color de una cabra que en su origen
provino de otra motivación, como le sucedió a José con la Parrandera, que
conoció en la Montaña del Pozo, Vilaflor, cuando en la zona estaba de cabrero
José Toledo, coetáneo de su padre. Había una que la llamaban así, se iba con
cuatro o cinco baifos, ella cogía el tinete de irse sola y se iba, y después
había que irla a buscar. Yo tuve una aquí que la llamaba la Parrandera, pero
por color, que era igual que aquella, que era una cabra majorera, como tirando
a serenada.
Y una larga lista de
nombres, de motivaciones, para citar a cada uno de estos animales. A todas las
cabras se le conoce por su nombre, no hace falta contarlas para saber quien
falta en algún momento, sí se ha rezagado, sí ha tomado otro camino. No se
pierde cualquier cabra, se extravía la Fore, la Mariposa o la Palmita. En la
manada de todo cabrero cada uno de los animales tiene su nombre, tal como
apunta Casimiro: cómo no y entonces cómo cree usted, tiene un pueblo sin
nombre. Todas las cabras tenían nombres, ¿hay persona que no tengan nombre?. No
había una cabra que no tuviera nombre, llegaba al corral y miraba y fulana,
¿dónde está?.
Documentación:
GARCÍA GONZÁLEZ, Leticia. BRITO, Marcos: Casimiro
Díaz Hernández. De la trilla al ordeño. BRITO, Marcos: José Trujillo González. Maruca
Cabrera Bethencourt. Cumbre y costa en la memoria. BRITO, Marcos: Salvador González Alayón. Un
cabrero para la leyenda. Llanoazur
ediciones
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