viernes, 27 de junio de 2014

El Viera y Clavijo en las costas del Sur. 1962


El Viera y Clavijo en las costas del Sur. 1962

El Viera y Clavijo comenzó sus singladuras en aguas canarias con la Compañía de Vapores Interinsulares Canarios, hasta que en 1930 pasó a la naviera Transmediterránea. Paisaje de mar, con la bella estampa de este correillo negro, paisaje de la tierra del Sur, a la altura de la Caleta de Adeje. Y recoge en un amplio abanico, que se abre desde los altos del Barranco del Infierno hasta los límites de Guía de Isora y Santiago del Teide. Al fondo las majestuosas siluetas del Pico Viejo y de El Teide.

Bibliografía: BRITO, Marcos: Paisaje en las Bandas del Sur [Tenerife 1890-1960]. Llanoazur ediciones

miércoles, 25 de junio de 2014

Los inicios del fútbol en Guía de Isora: el Unión Isora

  El Unión Isora en 1961,  cedida por "Pepe Tanque"              
Los primeros pasos tras un balón de fútbol se comenzaron en el Sur de Tenerife en la segunda década del siglo veinte, pero no es hasta finales de los años veinte y comienzos de los treinta cuando se extiende en muchos de sus pueblos. Son años en que se introducen en los festejos populares, se organizan múltiples partidos amistosos, para los cuales se preparan excursiones, comidas y bailes para el equipo visitante. Y así fue como también se inició en Guía de Isora, con la creación del Estrella Roja y del Isora, los que disputaron desde comienzos de la década de los años treinta diversos encuentros amistosos, con equipos llegados de toda la Isla.
Como ejemplos podemos citar el partido que disputó el C. D. Isora con el Adeje F. C. en septiembre de 1932, con empate a tres goles, y donde el Isora jugó alineó a: “E. Carvajal; A. Alfonso; Domingo; O. Vargas; M. Casañas; V. Saavedra; F. González; M. Vargas; M. Brito; J. Díaz; J. Carvajal.” O la excursión que se organizó desde Santa Cruz de Tenerife por los aficionados del Delicias F. C., cuando en julio de 1933 se desplazaron a Guía de Isora, con salida a las siete de la mañana, para acompañar a su equipo y finalizar la jornada con una verbena en los salones del Casino Republicano de Guía de Isora.
Estos primeros partidos se jugaban en un terreno que se acondicionó en lo que hoy se denomina la Calle del Campo. Y tal como apunta José Vargas Álvarez, Pepe Tanque, quien fue un destacado jugador en la década de los años cincuenta y comienzos de los sesenta en el Sur de la Isla, en estos inicios tuvo mucho que ver Francisco González Brito, quien puso su trabajo, y algo más, para construir un campo con unas medidas aproximadas de 80 por 40 metros. Después de la Guerra Civil se abrió la Calle del Campo y se sepultó este viejo terreno donde jugar al fútbol, que estaba situado en las cercanías de donde en la actualidad se encuentra el Cuartel de la Guardia Civil: Esta calle tenía el suficiente ancho para jugar en ella, y allí se instalaron dos puertas, y allí dilucidaban su gran rivalidad el C. D. Isora y el C. D. Unión, o Unión Isorano como también se le cita, equipos que se fusionaron en 1948, creándose el Unión Isora.
El primer encuentro del que se tiene referencia en esta nueva etapa se jugó, en este casi improvisado campo en noviembre de 1947, entre el Isora y el Playa de San Juan, que finalizó con empate a un gol, ejerciendo como arbitro Jacinto González, y a cuyo termino se obsequió al equipo visitante “con un refresco”.    
Y con esta fusión nace una nueva etapa en la que se cuenta con un amplio plantel de jugadores entre los que se encontraban: Enrique Carvajal; “Eduardo”, que fue maestro de Guía de Isora; “Vargas”; Manuel Brito; Francisco Martín, “Paquito”; Alberto Morales; M. Alfonso; y los jóvenes; Armando y Luis Pérez; Alberto Morales; José Barrios; “Pitico”; Fernando Martín; “Vicente”; “Nito”; “Secundino”; o Manuel Casañas. Y entre los dirigentes se hallaban el médico Walter Madrid; Francisco González Brito, natural de Fuerteventura y el impulsor del fútbol en los años treinta; Luis Casañas; Miguel Sosa; Agustín Morales, el cartero; José María Carvajal, quien arbitraba muchos de estos partidos; Francisco Tejera; o Vicente Saavedra, estos dos últimos antiguos jugadores del Isora.
Y renace otra vez la afición, surgen iniciativas desde las instituciones públicas para construir un nuevo campo, en la zona de Guarpía, junto a la carretera general del Sur, el cual estaba en construcción a comienzos de 1948. Con la concesión de 20.000 pesetas por parte del Gobernador Civil y la mano de obra de múltiples trabajadores que aportaron su esfuerzo después de su jornada laboral. Este año el Isora juega múltiples partidos, sobre todo con equipos del norte de la isla que se desplazaban por la carretera de Erjos. Por el nuevo campo ubicado en Guarpía, después bautizado con el nombre de Tomás Hernández Alonso, pasaron equipos como el del Silense, al que se venció por dos a cero; al Tacoronte, por siete a uno; al Atlético Orotava, por dos a uno; o el empate a uno con el “Viera del Realejo”.
En enero de 1949 para festejar el primer aniversario de la fusión de los dos equipos de Guía de Isora, se disputó un encuentro entre el Unión y el Isora, empatando a tres goles. Asimismo en este año se disputó un trofeo, en los festejos de septiembre en honor de Nuestra de La Luz, entre el Isora y la Deportiva Icodense, jugado a dos partidos y ganado por el equipo de Icod, ya que el sábado venció al Isora por seis a tres goles y el domingo ganó el Isora por dos a uno. Siendo este deporte una actividad indispensable en la programación de cualquiera de los festejos que se celebrara en el Municipio.
Y con recuerdo de Pepe Tanque continuamos con este equipo que se mantuvo hasta el año de 1953, el equipo se deshace y no fue hasta la temporada de 60/61 cuando se vuelve a renacer, levantándose por el auge que estaba teniendo el Alcalá donde Pepe Tanque jugó la temporada anterior. El Unión Isora se inscribe en la segunda categoría de la zona norte y asciende a la primera categoría del fútbol regional, además de ganar la Copa Federación. A este año de 1961 pertenece la fotografía que ilustra este artículo, y que nos muestra a los siguientes jugadores, de pie y de izquierda a derecha: Antonio Miguel Afonso, Hucho; José Vargas Álvarez, Pepe Tanque; “Arturo”; “Tatono”, que ejercía de segundo entrenador; Jaime Arias; Julio Guigou; “Pepe el Breva”; Manuel Lorenzo; y agachados: “Nano”; “Ramoncito”; “Manolito”; Jorge Brito; y Cirilo Casañas.

lunes, 23 de junio de 2014

Arcos, festejos y fogaleras por San Juan. Arico y Valle de San Lorenzo

Imagen de San Juan Bautista en el Valle de San Lorenzo

El día 24 de junio se conmemora la festividad de San Juan Bautista, pero es en su víspera cuando se rivaliza en la preparación de las fogaleras, en la organización de los bailes, en la decoración con arcos de hojas de palmeras, adornadas con rosquetes, flores y frutos amarrados con fibras vegetales o vergas. Además de ciertas pillerías, al cambiar las macetas con plantas y flores, de un lugar para otro, de una casa para otra. Y cuando ese rescoldo se vuelve ceniza llegaba el apogeo de las supersticiones amorosas, el conocer el nombre del que se iban a casar, con la colocación de tres papas debajo de la cama; o el depositar flores bajo la almohada y esperar a soñar con el que se iban a casar. Un día de múltiples costumbres, creencias ya casi en el olvido, del que quisiéramos recordar algunos pormenores de los festejos que se celebraban en la Parroquia de San Lorenzo Mártir en el Valle de San Lorenzo y como eran las festividades en la década de los años veinte y treinta en la Parroquia de San Juan Bautista en la Villa de Arico.
La Parroquia de San Juan Bautista, en cuyos alrededores creció el pueblo, se fue completando con el paso de los años. Desde su construcción como iglesia en los primeros años del siglo XVII, pocos años después se erige Parroquia, y siendo al siglo siguiente cuando se edifica su planta actual. Los festejos son siempre momentos propicios para añadir algún elemento que embellezca cierta parte de la Parroquia, como en los celebrados entre el 23 y el 25 de junio de 1920 cuando se inaugura un reloj que se instaló en su torre, y que fue donado por jóvenes de la localidad que residían en Cuba. Además de los actos religiosos, que los hubo los tres días, siendo el último por promesa de un devoto, en estos años era usual que el día principal se realizasen dos oficios religiosos y dos procesiones, una por la mañana y otra por la tarde, quemándose los fuegos artificiales a la entrada a  la iglesia de esta última.
En la década de los años treinta se registra un aumento en el número y en la variedad de los festejos, donde se introducen algunos deportes como la lucha canaria y donde cobra nuevos bríos las representaciones teatrales, puesta en escena por vecinos, como la obra que figuró en l932, “Los autores de mis días” y cuyo reparto fue: Manola, María Morales Delgado; doña Olegaria, Dolores Gómez Morales; Librada, Matilde Díaz Rodríguez; Rocío, Juana García Hernández; Casilda, Carmen Hernández; Alberto, Agustín Morales García; don Constante, Pedro Díaz; Alejandro, Antonio Morales Delgado; Salamero, Miguel Gómez García.  
  Parroquia de San Juan Bautista en la Villa de Arico. Finales década de 1920

Los bailes eran el remate de cualquier buena fiesta y aquí no podían faltar los de la plaza a media tarde, los de las casas particulares y los del Casino Atlántida los que era frecuente que los amenizaran orquestas como la de El Escobonal, o los paseos después del mediodía por la Banda de Música de Granadilla.
En el olvido han quedado los festejos que se conmemoraban en la Iglesia del Valle de San Lorenzo; en cuya Ermita, situada todavía en La Fuente y en cuyo inventario realizado con fecha 6 de mayo de 1889 por el párroco Julio Mendoza Morera, se anota entre otros elementos, un retablo con tres nichos, en el centro se encuentra una imagen de la Virgen de la Encarnación; a su derecha, una imagen de San Lorenzo Mártir y en el de su izquierda, una imagen de San Juan Bautista, con un corderito al pie.
La primera referencia que hemos encontrado de esta festividad es la anotación que sobre ella realiza el párroco Ángel Serra Cortina, en enero de 1915, y que hace mención que “a las ocho y media en punto de la mañana de ese día, hay Misa cantada en la Ermita de S. Lorenzo, costeada por los vecinos de aquel pago.” En el Valle de San Lorenzo, según ha relatado América Hernández, Meca, en la puerta de la parroquia se formaba un arco con palmeras, “le hacíamos unas fiestas igualito que a San Lorenzo, y le sacaban en procesión y le hacíamos un arco en la Iglesia por fuera, un arco con todos frutos y todo lo que se conseguía, y palmeras, iban los hombres a cortar las palmeras, y en la misma, según es la puerta le hacíamos el arco. Y cuando íbamos a los bailes hacían un arco en la pared del baile, en el salón del baile. El día veinticuatro de junio hacíamos los bailes, porque nosotros hacíamos los bailes desde las dos de la tarde, estábamos bailando, veníamos, cenábamos y volvíamos otra vez y después a las doce o a la una ya nos íbamos a acostar todos, pa trabajar al otro día. La procesión alrededor de la iglesia que era toda de tierra.” Otros arcos se confeccionaban en la puerta de lugar se realizara el baile, sobresaliendo en el recuerdo los de Francisco Gómez en El Pinito y Pedro Hernández, en Chindia. Meca nos apunta que se dejó de hacer, con esa relevancia, estando aún soltera, puede ser con la llegada de la Guerra Civil Española. Hasta este final del siglo XX cuando estos festejos tuvieron un relanzamiento religioso con la llegada del párroco Buenaventura Herrera, según comenta Paulina Delgado García, el 24 de junio se oficiaba una misa y se bendecía el pan y los bollos, se realizaba un arco de frutas, además de una procesión donde la imagen de San Juan era portada por mujeres. Se abandona su ejecución con el traslado de este párroco a finales de la década de los años noventa. 
Mágica noche de San Juan, noche de anhelos y de esperanzas, donde los albores eran momentos propicios para la curación de las hernias, a través de pasar al niño por entre medio de la abertura de una vara de duraznero. El día de San Juan marcaba una buena parte de la tradición en la agricultura y la ganadería, en sus acuerdos o en la recogida de la cosecha de cereal. Día de San Juan olvidado en el Valle de San Lorenzo, revivido en la Parroquia de San Juan Bautista en Arico. 

Documentación: BRITO, Marcos: Paisaje en las Bandas del Sur [Tenerife 1890-1960].; Arona. Tradiciones festivas. Llanoazur ediciones 

viernes, 20 de junio de 2014

A bailar en San Juan, “a ca Cha Leandra”, en Los Cristianos

 
  Cantina de Leandra Valentín, entrada enramada con palmeras. Década de 1940


A bailar en San Juan, “a ca Cha Leandra”, en Los Cristianos

En la noche de la víspera de San Juan y en el día 24 de junio se celebraban numerosos bailes, en cada rincón de este Sur. Bailes, fogaleras, rituales, alegría y jolgorio, en honor de los Juanes. Se decoraban las puertas de las casas, de los lugares de los bailes, como el que se muestra en esta imagen, de la década de 1940, en Los Cristianos.
En Los Cristianos eran esperados los bailes que se organizaban en el salón de la familia Bethencourt, con una extensa saga de Juanes; y en otros locales como los de Leopoldo Domínguez; de Rosa González, seña Rosa; de Nicolasa Martín; de Lucia Reverón; o en este lugar que se nos muestra con su puerta engalanada con ramas de palmera. Entrada de la tienda, cantina, pensión y sala de baile, de Leandra Valentín Hernández, cha Leandra, que regentó, desde la década de 1920 hasta la de 1950, junto a su esposo, el pescador Eladio Alayón Gómez.

Documentación: BRITO, Marcos: Los Cristianos 1900-1970. Vida cotidiana y fiestas populares; Arona. Tradiciones festivas. Llanoazur ediciones

jueves, 19 de junio de 2014

El cementerio guanche de la Cueva de Uchova en San Miguel de Abona

  Domingo Pérez en la entrada de la cueva


El 19 de junio de 1933, otras fuentes apuntan el 21, fue descubierta la Cueva de Uchova, o de Ochoa, situada en el Barranco de La Tafetana, al norte de San Miguel de Abona, por Domingo Pérez González, quien en sus declaraciones narró esos primeros momentos de sobrecogimiento, que después de esa inicial impresión y de contemplar algunas momias con la luz de unas cerillas, se marchó en busca de un aparato de carburo, recorriéndola en su totalidad. En sus primeras declaraciones refiere que se encontró en diversos puntos agrupaciones de dos o más esqueletos y que en un recodo de la cueva llegó a contemplar hasta doce.
En un estudio realizado por Luis Diego Cuscoy, se anotan algunos datos sobre el Barranco de La Tafetana. Es una zona donde abundan las cuevas, con disponibilidades de agua y abundantes pastos, pero en las cuales no se han encontrado vestigios de vida humana, ni tan siquiera temporal; por lo que apunta que esta necrópolis podía pertenecer a una población trashumante y pastoril. 
La Cueva de Uchova tiene su entrada orientada al noroeste y está compuesta de diversas estancias diferenciadas, llegando a los casi sesenta metros de longitud. Con una entrada angosta, que se amplió en el año de su descubrimiento, en de galería tubular de unos 16 metros de longitud y entre dos y tres de ancho por uno y medio de alto; una bóveda de algo más de veinte metros de largo, 16 de ancho y entre 2 y 5 metros de alto, y donde se encontraron la mayoría los restos humanos; un tubo de similares características a la entrada, de unos ocho metros de longitud que da a otra bóveda, de algo más de 10 metros de largo, por 3,50 de ancho y más de dos metros de alto, donde se encontraron otro grupo de esqueletos. Los cadáveres estaban colocados en el contorno de las dos cámaras de la cueva, sobre troncos apoyados en piedras; en el suelo sobre lajas; en repisas naturales protegidos por piedras en su borde; y en su mayoría superpuestos y sin una orientación predominante. Asimismo se encontraron múltiples cuentas de collar, algún resto de vasija de barro, hachones de tea o un fragmento de un cuenco de madera que hace pensar que el grupo que la utilizó tenía dedicación pastoril.
  Plano de la Cueva de Uchova

Desde que se conoció el descubrimiento transcurrieron varios días antes de que se custodiase su entrada. Se calcula que fueron varios miles de personas de todos los pueblos vecinos los que pasaron por el barranco de La Tafetana para contemplar, tocar, mover de sitio y al mismo tiempo llevarse más que algún “recuerdo”.
De los pocos datos que se pudo obtener en esos primeros días de confusión es un informe de capitán de la Guardia Civil, Santiago Cuadrado. En el que se anota que la mayoría de los esqueletos, cincuenta y cinco, estaban colocados en cubito supino, y que por configuración de los cráneos debían pertenecer, en su mayoría, a mujeres. Uno de los esqueletos, que pertenecía a un hombre de un metro setenta y cinco, tenía adherido una piel cosida y conservaba parte de la piel en un pie, con sus uñas correspondientes. No encontrándose ningún enterramiento.
En la mayoría de las informaciones de prensa se habla de momias, sin hallarse ninguna entera. Se estima que solamente eran cinco o seis los cadáveres que presentaban muestras de momificación. Desde las primeras informaciones se constata la destrucción casi total del descubrimiento. En la primera estancia se encontraron huecos abiertos en la roca, a manera de nichos, del tamaño de los restos. En otros lugares construyeron una cavidad plana, con piedras en forma de pared y sujetas por un trozo de madera de sabina quedando así formando una superficie plana, sobre la que colocaban una piel curtida, y sobre la piel tendían las momias en las cuatro direcciones. A derecha e izquierda y en el fondo, aparecen esqueletos, destrozados ya, de todos los tamaños. El espectáculo es verdaderamente desagradable, no ya por lo macabro, sino por la profanación cometida por gentes sin conciencia, y que han dejado a su paso por aquel sagrado recinto las huellas de su incultura, de su apatía, de su barbarie.
Ante lo que se ofrece a nuestra presencia, sentimos el dolor del incalificable atentado. Aquellas momias, ya no son tales, ni esqueletos siquiera, sino un montón informe de huesos humanos, cuya reconstrucción se haría poco menos que imposible. Nos dio la sensación de esos lugares que existen en todos los cementerios para arrojar los restos olvidados, y quemarlos después. Cráneos a los que les falta la mandíbula inferior; casi todos están en esta situación; otros a los que se les ha arrancado la dentadura, que ruedan por el suelo, o entre las piedras junto con los fémures, tibias y demás piezas del armazón ósea. Las pieles curtidas, sobre las que descansaban las momias, han sido robadas. Hemos visto solamente una, y para eso ya destrozada, deshecha.
En el fondo de la cueva había varias momias, entre ellas una, al parecer de una mujer, al lado de la cual, y en la misma posición, de Este a Oeste, había otra más pequeña, la que se suponía que era un niño. Pues bien, tanto el cráneo como el resto del esqueleto se lo llevaron; solamente quedan unas pequeñas costillas que ya no dicen nada de la existencia de tal momia.
Restos de esqueletos de la Cueva de Uchova

Como ya se trata por más de un periodista que visitó la cueva, ésta fue la peregrinación de la barbarie. El azar rompió el descanso eterno de los antepasados que poblaron esta tierra áspera pero agradecida; desconocida e ignorada, salvo en la desgracia. Las culpas se reparten, fue más la ignorancia, la curiosidad, que el afán de lucro; pero fue más aún la desidia de las autoridades, la que restó valor a este que pudo ser un importantísimo hallazgo, al que no se tuvo la posibilidad de efectuar un concienzudo estudio.
Han transcurrido más de setenta años de este lamentable suceso, donde la falta de sensibilidad y la desidia destruyó la necrópolis de la Cueva de Uchova, arruinó la posibilidad de analizar y comprender un poco más de ciertas practicas de nuestros antepasados. Pero no sólo las desapariciones y los destrozos se produjeron en la cueva; también en la “recogida” oficial de lo que permanecía en el lugar. Sin ningún orden se introdujeron en cajas y se remiten al Cabildo Insular de Tenerife, de cuyo lugar también sufrió el abandono y las sustracciones.


martes, 17 de junio de 2014

Callao de las Cabras. Tradiciones en el mes de San Juan

Callao de las Cabras. Malpaís de la Rasca. Arona

Tradiciones en el mes de San Juan
Callao de las Cabras. Malpaís de la Rasca. Arona

Punta del Callao Pestana, también conocido por Callao de las Cabras, lugar donde el cabrero Antonio Alayón Risco iba a bañar las cabras en el día de San Juan, no las introducía en la mar sino que las mojaba con cubos.
El Mes de San Juan marcaba una buena parte de la tradición en la agricultura y la ganadería. El cereal se segaba y se trillaba entre San Juan y San Pedro; momentos de duro trabajo que se mitigaba con buen humor y requiebros, cantares, como: Viva San Juan/ Viva San Pedro/ Tú con la pala/ Yo con el belgo.  Y en la ganadería, donde encontramos tradiciones que están perpetuadas en la memoria colectiva de los cabreros, tal como relata Salvador González Alayón, el llevar el ganado al mar, la suelta de los machos y el cambio de cabrero. Para este último punto, el acuerdo tácito exigía que si el dueño no quería que el cabrero siguiese con la manada, tenía que avisarle tres meses antes, pero sí el cabrero se quería ir le podía avisar la víspera de San Juan. El amo tenía corral y finca, y casa, y el cabrero no tendría donde llevar las cabras, y a lo mejor ni casa. El cabrero saliente, el que estaba con la manada partía, si eran al partir ya, pues a la mitad. El cabrero era el que dividía la manada, la igualaba, y el que escogía una de esas dos partes era el cabrero entrante, o el dueño.
Otra costumbre, por San Juan, consistía en trasladar las cabras al mar antes de coger macho. Porque antes de soltarle los machos bañaban las cabras y enseguida que les soltaban los machos que quedaban cogiendo macho y el día de San Juan las bañaban. Y sin ser el día de San Juan la cabra que la tires tú al agua salada, las mías nunca tal, pero a mi abuelo me acuerdo verlo llevarlas a la Punta de la Rasca y a tirarles agua allí. Los machos no los bañaban, los dejaban amarrados fuera y después los soltaban. Tanto su padre como Salvador no llevaron nunca las cabras al mar. Si lo hizo su abuelo Antonio Alayón Risco, quien las trasladaba a la Punta de la Rasca. En este caso, y en la zona, según relata Salvador, no se introducían las cabras en el mar, sino que con cubos se les echaba agua por encima, salvo los machos, que no se llevaban.
Asimismo, por el día de San Juan, se solía soltar los machos para cubrir las cabras. De antes, el día de San Juan, o el día veinticinco, pero mi padre, ese año, el año veintisiete, se los soltó en el día de Santiago [25 de julio], porque el veintiséis y el veintisiete fue malo. Eran años que no llovió y se aprovechó la cosecha de tomates para retrasar el nacimiento de las baifas. Antes cuando había recentales era pa navidades. Esta práctica ha variado ligeramente, pues según relata Salvador se comenzó a adelantar la suelta de los machos, por los años cuarenta. El que pegó primero a echar de madrugada era este que estaba aquí en Las Burras, José Toledo, a ese ya le estaban criando en el mes de octubre. Con lo que si las cabras están gestando cinco meses, menos unos días, ya quedaban preñadas en mayo. Esta costumbre también la siguió Salvador, llegándose a dar el caso de algunos años comenzar a hacer queso a comienzos de octubre.

Bibliografía: BRITO, Marcos: Salvador González Alayón. Un cabrero para la leyenda. Llanoazur ediciones

lunes, 16 de junio de 2014

Guripas en Vilaflor

  Grupo de presos políticos, Guripas, y militares en La Montañita. Vilaflor, comienzo de la década de 1940
Guripa fue un insulto, un desprecio, que con el tiempo se ha tornado en sobrenombre con el que se cita, entre los viejos vecinos de Vilaflor, a los presos políticos que la Dictadura de Francisco Franco empleó en la construcción de la carretera de La Orotava a Vilaflor. Guripa era como despectivamente se dirigían, a este grupo de presos políticos, los militares que los custodiaban, y Guripa fue como después los llamó un pueblo que los acogió, que se solidarizó con ellos en momentos difíciles. Y uno de estos Guripas fue Ángel Fernández Tijera (Santander 1920), a quien trasladaron a la zona en 1941 y relata las miserias por las que trascurrió en esas labores o el malvivir en los diversos campamentos que habitaron mientras avanzaba la pista. En Boca Tauce, en la zona de la galería del Dornajito, en Fuente Fría, en Los Charquitos, y en el Pino de la Escopeta, donde después se instaló la embotelladora de El Pinalito, hasta que fueron acogidos en diversas casas del pueblo de Vilaflor. Pico, pala, carretilla nada, al hombro, con cestas que hacían en el Norte, de castañeros, y habitar en chabolas, con piedra seca y rama de escobón y de pino, los techos, pero cuando llovía teníamos que salir ya enchumbados y sentarnos en una piedra y toda la noche lloviendo con la manta encima.
Y es Ángel Fernández Tijera quien también anota la aplicación de la acepción despreciativa de la palabra guripa, la de golfo o pillo, tal como la expresaban los militares que los custodiaban, quienes les decían: dónde va ese guripa, ellos nos llamaban guripas, bandoleros y bandidos, ese era el tratamiento que nos daban.Luz de farol, sosegando la penumbra de los caminos. Buena noche desde este Sur.

Bibliografía: BRITO, Marcos: Nombretes en el Sur de Tenerife. Llanoazur ediciones